No hay imagen que no contenga una inspiración. Y las hay que son más elocuentes que cualquier descripción en que uno se empeñe. No deja de ser un poco pretencioso acotar con palabras esa posibilidad infinita de evocaciones, distintas, además, en cada persona que las contempla.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se aparecen no son gigantes, sino molinos de viento.
Pero tampoco está mal dar nuestra pobre versión, como una especie de juego, por si coincide con la de los demás o discrepa del todo. De eso se trata, de ofrecer nuestra interpretación del universo, porque cada persona (dejó escrito por ahí un filósofo) es una versión, genuina e irrepetible, del universo.
Y sin ponerse tan trascendentes, puede ser interesante compartir fotografías que nos han gustado, y que, para ser bien entendidas, no está demás que el autor nos brinde un comentario.
Gerardo Manrique & Jesús Borro
Una bodega de Pedrosa
El arbotante