domingo, 3 de octubre de 2021

Cuando todavía se jugaba con muñecas


Un día, al salir de casa, me encontré con el despliegue que se ve en la imagen ocupando la acera de de mis vecinos, el señor Luis y la señora Matilde. Corría el verano de 1993, y aún no teníamos las calles tan primorosamente pavimentadas como lucen ahora. A una mente masculina (al menos de las fabricadas en el pasado milenio) no le era fácil entender aquel afanoso vestir y desvestir de muñecas, ni qué propósito se podía esconder detrás de ello. Y menos la enorme cantidad de atrezzo que se precisaba para aquellas operaciones. 

Pero la escena, por lo que fuera, me resultó muy atrayente, y volví a casa a por la cámara (hacía poco que la había comprado, y casi veía la realidad a través del encuadre de su visor) para dejarla detenida para siempre. Era como dar cobertura al deseo irracional de que aquellas tres niñas nunca dejaran de jugar con sus muñecas.

Tal vez se vaya convirtiendo en una fotografía histórica, en estos tiempos en que nada resiste a la avalancha tecnológica y la imaginación del niño, de expansión infinita, se encapsula muchas veces en el minúsculo rectángulo de una pantalla. 

Gerardo Manrique