Pues bien, entraría con todos los honores en aquel catálogo de miedos infantiles la ingestión de un tapaculos. La última vez que recorrí caminando la ruta de la fuente de Valdenogal me tropecé con unos cuantos ejemplares de esta modalidad de rosal silvestre, que ofrece una especie de baya de color rojo intenso conocido como escaramujo. Uno de ellos estaba tan cargado de fruto que dibujaba una espectacular pincelada rojiza sobre el fondo parduzco predominante y, como los humanos del siglo XXI siempre vamos cargando con una cámara de fotos en el bolsillo, no me resistí a inmortalizarlo.
Al escaramujo los botánicos le llaman cinorrodon, término que lleva dentro dos palabras griegas (la primera para "perro", de donde nos llega, por ejemplo, el adjetivo "cínico", y la segunda para "rosa", que vemos escondida en el nombre del rododendro), así que vendría a significar algo parecido a "rosa perruna". No es casualidad que la especie de rosal al que engalana con sus frutos el escaramujo reciba el nombre científico latino de "rosa canina".
Pero lo relevante del caso es el terror que nos inspiraba este fruto en nuestra infancia, porque nos habían advertido de que, haciendo honor a su nombre popular, la ingestión de uno de ellos taponaría sin remedio nuestro desagüe natural, hasta morir de esa manera tan dolorosa e indigna. El problema es que el escaramujo se parecía mucho a una cereza en su color, o a las moras, también criadas entre espinas. En fin, que no era imposible llevárselo a la boca en un fatal error...
Por lo que he leído al respecto, el poco sutil nombre de "tapaculo" le viene de sus acreditadas propiedades astringentes (es decir, que algo de obstrucción intestinal sí que hay), pero, por lo general, lo que se glosa de él son sus efectos positivos, como su generosa abundancia en vitamina C.
Pero el mito es muy operativo una vez que se te mete dentro, y es el día de hoy, en que nos creemos libres de todas las supersticiones, que no me aventuraría a llevarme a la boca ese fruto que se ofrece tan lustroso y goza de tantas propiedades benéficas.