Hay fotografías que no son un prodigio de encuadre ni enfoque, como la presente, pero que tienen un enorme valor testimonial. En esta nueva aportación del archivo fotográfico de don Antonio, lo más relevante es contemplar cómo estaba nuestro pueblo hace medio siglo. Fachadas sin revocar, surcos al lado de la carretera, sensación de descuido y abandono. Pero, claro, eso mirado desde la tercera década del siglo XXI, acostumbrados a un urbanismo primoroso, un pueblo tan limpio y aseado.
De hecho, parecería que el fotógrafo hubiera estado más atento a recoger un testimonio gráfico de la Pedrosa de entonces (sobre lo dicho, nótense el carro, la galera y hasta la parte trasera de un Seat 600) que a ese piadoso quinteto que posa bajo la égida de su maestro, que queda un poco desplazado del centro de atención.