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Martes de carnaval de 1993 |
No sé si alguna vez tuvieron mucho arraigo en PDP las carnestolendas. Su espíritu subversivo y alborotador no era muy bien visto en la dictadura, así que mantuvo su arraigo durante aquella etapa sólo en celebraciones locales con una gran profundidad antropológica, por así decir, pero casi desapareció en lugares sin tanta tradición. En Pedrosa, con todo, siempre se mantuvo como testigo de aquella fiesta, además de las deliciosas hojuelas (u orejuelas) con miel, la famosa merendilla.
De niños teníamos claro, no se sabía muy bien por qué, que había un martes de febrero o marzo en que era lícito ir a pedir por las casas del pueblo para hacer una merendilla, así, en diminutivo, y esa petición era bien recibida. En algunos casas nos daban unas pesetas, en otras huevos, pan, dulces o lo que fuera, para juntarlo todo e irnos a merendar. Sin disfraces ni más subversión que el natural y feliz atolondramiento de la niñez.
Pero con la llegada de la democracia, el carnaval tomó mucho vuelo en todos los sitios, tal vez como señal de que se había recuperado la libertad de manifestarse como a uno le diera la gana, y comenzamos a ver disfraces hasta por las calles de PDP. Esta fotografía, cuando ya habían pasado dieciocho años de democracia, representa muy bien aquel espíritu desenfadado y alegre.