Nos permitimos completar aquella imagen con las alumnas de doña María Dolores Espiga, maestra nacional con plaza en propiedad que coincidió un par de años con don Quirós en el magisterio de las escuelas de Pedrosa. Ambas fotografías (la de los pupilos de don Quirós y la de las niñas de doña María Dolores) aparecen en el artículo que Florentino Escribano Ruiz escribió en las páginas del número 66 de la revista Regañón (otoño-invierno de 2009) con el título de La escuela en Pedrosa del Príncipe (siglo XX). Del tintero al ordenador (1ª parte), que se encuentra disponible en este enlace.
Hemos tenido la suerte, además (este no deja de ser un trabajo colaborativo) de recabar otra fotografía de la misma maestra con otro grupo de niñas, fotografía que custodia en su álbum familiar José Luis Arenas Frías, mi primo, a quien agradecemos mucho esta aportación.
Estas imágenes del pasado son muy propensas al vuelo incontrolado de la imaginación, así que trataremos de someterlas a cierta disciplina documental.
Pero, primero, la imaginación: en la primera imagen vemos a veintiocho niñas de distintas edades que posan muy educadas con sus mejores galas, más arregladas y mejor dispuestas que sus colegas masculinos, aunque posen para la foto en el mismo escenario. La puesta en escena está también más trabajada, con un banco en que se sientan las más pequeñas, ofreciendo un cuadro bastante bien organizado. La maestra transmite una sensación de autoridad y control sobre el grupo.
En la segunda imagen el contingente es más numeroso, treinta y nueve niñas fotografiadas en el mismo lugar, esta vez con el banco en la segunda fila y un pelín más hacinadas y desaliñadas (también parecen más jóvenes), en una disposición piramidal que preside de manera incontestable la señora maestra.
No tenemos noticia del momento exacto de las fotografías (sí que sabemos que hubo de ser en el año 1926 o en el 1927, por lo que luego se dirá), ni de la razón de los agrupamientos, ni de otros detalles de los que seguramente alguien nos podría informar (datos que recibiríamos con alborozo, por cierto).
Lo que yo no puedo evitar es recrear los instantes previos a la fotografía, el alboroto anterior y posterior, la dificultad para organizar a toda aquella chiquillada, supongo que muy excitada ante lo que entonces no dejaba de ser un acontecimiento excepcional: una fotografía colectiva; la maestra poniendo orden, las más pizpiretas ensayando su mejor pose, el fotógrafo perfilando el encuadre y dando su parabién, después de algún intento frustrado; no pocos curiosos contemplando con asombro y cierto orgullo (las mamás) la escena; y, una vez rotas las filas, el remolino de niñas curioseando el equipamiento, preguntando por cuándo podrán ver la foto, correteando por la plaza del Reloj.
Eso y mucho más lo ponemos a cargo de la imaginación, pero también es muy interesante contextualizar todo lo posible esas imágenes, comenzando por la destacada presencia de la maestra, doña María Dolores Espiga.
Sin lugar a dudas, el pueblo de Pedrosa del Príncipe hubo de quedar grabado para siempre en el recuerdo de esta docente burgalesa, porque, no en vano, fue su primer destino profesional definitivo. La publicación Magisterio Español da fe de este nombramiento en su número del día 19 de enero de 1925, en el que se ofrece un listado de los maestros nombrados propietarios de plaza, en el que María Dolores aparece por "quinto turno provisional para Pedroso (sic) del Príncipe (Burgos)". La posesión de la plaza se hizo efectiva el día 5 de marzo de 1925 y en ella permaneció hasta el 2 de mayo de 1927, en que se traslada a la sección de la escuela graduada de Pradoluengo.
María Dolores, como veremos, fue una alumna académicamente muy brillante en la Escuela Normal, trayectoria que culminó al conseguir la séptima plaza de un total de 132 concedidas en las oposiciones a maestra en el distrito ("rectorado" se le llamaba entonces) de Valladolid, al que pertenecía Burgos, en enero de 1924. Este resultado fue el que la llevó, un año después, a las escuelas de Pedrosa.
Ya de niña parece haber tenido cierta "inclinación social", por así decirlo. Nos la encontramos con ocho años en el Diario de Burgos (04/02/1911) participando en una donación con 0,25 pesetas "para premiar al guarda del depósito de armas de La Quinta, Germán Calvo, que el día 23 de enero dio muerte a un perro hidrófobo, con grave exposición de su vida" y, al año siguiente, aporta, en una iniciativa colectiva de la escuela en la que estudiaba, 0,05 pesetas para costear "entre las mujeres españolas" la bandera de combate del acorazado "España". Con doce años recibe un premio en La Fiesta de la Enseñanza, por parte de la Caja de Ahorros del Banco de Burgos con motivo de la fiesta de la jura de la bandera.
Lo cierto es que, una vez ingresada en la Facultad de Magisterio (lo que en su día se llamaba Escuela Normal), su desempeño académico fue muy brillante. El Diario de Burgos hacía pública por aquellos tiempos la identidad de los alumnos que conseguían una calificación de sobresaliente en las distintas materias del currículo, y así nos encontramos que, en junio de 1918, al terminar su primer curso, María Dolores aparece con sobresaliente (y siempre mencionada en primer lugar, y no por razones alfabéticas) en las materias de Aritmética y Geometría, Costura, Geografía y Geografía regional, Religión e Historia Sagrada, Caligrafía, Dibujo y Música. En el segundo curso (1919) no bajaron sus prestaciones, obteniendo sobresaliente en Labores, Aritmética y Geometría, Dibujo, Pedagogía, Fisiología y Educación Física, Música, Geografía de España, Historia de la Edad Media, Religión y Moral, Caligrafía y Gramática Castellana. El Diario vuelve a enumerar a los sobresalientes del tercer curso, y María Dolores sigue su ritmo en Geografía Universal, Labores, Practica de la Enseñanza, Francés, Gramática Castellana, Pedagogía y Educación Física, Álgebra, Historia de la Edad Moderna, Física e Historia Natural. Al final del cuarto y último curso (1921), se la cita como la cuarta de 65 matriculados, con sobresaliente en Química, Elementos de Literatura Española, Geografía de España, Historia de la Edad Contemporánea, Historia de la Pedagogía, Derecho y Legislación, Economía Doméstica y Práctica de la Enseñanza. Desde luego, llama la atención, además de su brillante trayectoria como estudiante, la intensidad y variedad del currículo.
En octubre de 1923 nos la encontramos aspirando a una de las plazas ofertadas por el tribunal de oposición de Valladolid, plaza que consigue en 1924, y en 1925, como se ha dicho, y tras aprobar las oposiciones, es nombrada maestra en propiedad, con destino en Pedrosa del Príncipe, tras un año de interinidad.
En junio de 1925, unas niñas burgalesas de colonias en Suances, en la provincia de Santander, mencionan a María Dolores como una de las profesoras "que han venido a cuidarnos", siempre en un contexto de acendrado fervor religioso. También nos la encontramos en octubre de 1927 participando en la asamblea eucarística de Burgos. Se aprecia una disposición a la docencia muy vocacional y con una fuerte inclinación religiosa.
Tres años pasó en Pradoluengo, porque en junio de 1931 cambia ese destino por el de Mecerreyes (ascenso que le deparaba entre tres mil y tres mil quinientas pesetas anuales), escuela a la que seguirá vinculada hasta el momento de su jubilación, aunque en ese largo intervalo ejerciera otros desempeños.
Si nos acordamos de su compañero don Quirós, nos llamará la atención una escueta noticia aparecida en el Diario de Burgos con fecha de seis de enero de 1939. En ella consta la "relación de los maestros de esta provincia cuyos expedientes han sido resueltos con todos los pronunciamientos favorables". Tan favorables, que es nombrada inspectora de primera enseñanza, primero en Teruel, y luego en Burgos, donde toma posesión el día 4 de noviembre de 1939. A partir de entonces asume un papel muy activo como propagandista de las mujeres de Acción Católica en cuya condición recibe, el 5 de enero de 1952, la imposición de un crucifijo por sus servicios.
Pero cualquier intento de construir una biografía palidece ante la semblanza que de ella traza el Diario de Burgos con motivo de la propuesta para su ingreso en la orden de Alfonso X el Sabio, aderezada con la retórica al uso de aquellos años:
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Diario de Burgos, 27 de noviembre de 1957 |
"La señora doña María-Dolores Espiga Pérez, burgalesa de nacimiento, hizo su carrera de maestra con las máximas calificaciones en todas las asignaturas y matrícula de honor en los cuatro cursos, culminando sus estudios en reválida voluntaria con notas de sobresaliente y Premio extraordinario en 1921.
Tras una breve actuación como interina en la escuela de Las Quintanillas obtuvo en reñidas oposiciones libres del Rectorado de Valladolid con el num. 7 el año 1923, la propiedad de la unitaria de Pedrosa del Príncipe, de donde pasó, en 1927 a la graduada de Pradoluengo y en 1931 a la de niñas número 1 de Mecerreyes.
En todas ellas destacó su personalidad de firmeza de carácter, competencia profesional, laboriosidad incansable y acendrada piedad que le valió la estimación y respeto general, aún en los tiempos difíciles de la República y durante la guerra de liberación.
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María Dolores en 1957 |
Al finalizar el mismo año, fue trasladada a la inspección de Burgos donde continuó su intensa labor docente, patriótica y de piedad y como propagandista de Acción Católica.
En 1948, por precepto legal, se reintegró a su escuela de Mecerreyes donde continúa sin desmayos su actuación profesional escolar y posescolar señalándose especialmente en obras de apostolado católico, Santa Infancia, Secretariado de Caridad, círculos de estudio, etc. y habiendo sido objeto de honrosas y merecidas distinciones, votos de gracias de la Inspección, premio a su escuela en el certamen nacional catequístico del Congreso Eucarístico de Barcelona, otro en el día de la Información y varios más".
María Dolores falleció en Burgos, a los 81 años de edad, en octubre de 1984.