viernes, 19 de noviembre de 2021

La escuela en Pedrosa del Príncipe (siglo XX). Del tintero al ordenador (1ª parte)

Publicado por Florentino Escribano Ruiz en el número 66 de la revista Regañón (otoño-invierno de 2009).

Reflexiones ante la desaparición de la escuela del pueblo, desde sus orígenes en el 1642 hasta su cierre definitivo.

Cuentan de un sabio que un día, 
tan pobre y mísero estaba 
que sólo se sustentaba 
de unas hierbas que comía.
 ¿Habrá otro, entre sí, decía,
 más pobre y triste que yo?, 
y cuando el rostro volvió 
halló la respuesta viendo, 
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.

(CALDERÓN DE LA BARCA                   
Fragmento de La vida es sueño) 


Todavía están vivas en mi memoria estas palabras de la poesía que aprendí durante mi infancia en la escuela de mi pueblo, pero, ahora han llegado a mi mente con mayor resonancia tras ser consciente de que en mi pueblo, Pedrosa del Príncipe, ya no hay ni siquiera escuela, pues incluso los edificios que durante tantos años han acogido esta bella función educativa, impulsora de tantos proyectos para el bien de los vecinos, han pasado a tener otras funciones para responder a las nuevas necesidades de los vecinos de hoy. 


El acta del 23 de mayo del 2008, que en edición artística nos ha regalado el ayuntamiento con motivo de las últimas fiestas patronales del 2009, nos lo atestigua para la historia. A partir de dicha fecha, el emblemático, artístico y señorial edificio escolar tiene otra función importante para el pueblo. Aunque el edificio restaurado luzca la antigua placa que sigue manteniendo la dedicatoria original: “PLAZA Y GRUPO ESCOLAR DE LOS HERMANOS VICTOR Y SILVANO ESCRIBANO GARCÍA”, ahora su función principal pasa a ser la sede del ayuntamiento del pueblo, centro de salud y salón para actividades culturales. 

Enhorabuena a quienes han sabido ver a tiempo las ventajas de dicho edificio y a cuantos han contribuido en hacer que la remodelación de los edificios escolares cumpla las nuevas funciones para las que han sido destinados. Pero el recuerdo y la añoranza de la antigua escuela de mi infancia me empuja a escribir algo como homenaje a cientos de años donde la escuela ha sido promotora de cultura en el pueblo. 

Animado por el artículo que escribió en la revista Regañón, Don Antonio López-Sanvicente, el último de los maestros varones de la escuela de Pedrosa del Príncipe, me dispongo a destacar la importancia que la cultura escolar ha tenido en este pueblo de Pedrosa del Príncipe a lo largo de sus más de 300 años de existencia. ¿Seguiremos así, aunque ya no tengamos ni edificio, ni maestros de escuela? Es mi deseo contribuir a ello con estas sencillas reflexiones.


Lo que contaba Don Antonio en el artículo citado, resumiendo su estancia como maestro del pueblo en los últimos años desde el 1968 al 1976, rezuma mucho cariño hacia el pueblo de Pedrosa del Príncipe y hacia sus gentes. Todos los renglones destellan grandes dosis de sensibilidad y ternura hacia todos y a cada uno de los que fueron sus alumnos. Todo el escrito transmite mucha emoción y pasión al contar las iniciativas y los logros conseguidos entre todos los vecinos para realizar mejoras en pueblo. 

Las alabanzas que yo pudiera expresar aquí se quedarían cortas para agradecerle todo lo que ha aportado como maestro en  su paso por la escuela de este pueblo. Valga este sencillo, pero entrañable y sincero escrito mío, para reconocer en la figura de D. Antonio a todos los maestros y maestras que en el pueblo han contribuido a la formación intelectual y cívica de sus habitantes a través de una historia escolar de más de tres  siglos. 

Mi  inquietud por conocer dónde y cómo aprendieron a leer y a escribir nuestros antepasados tatarabuelos me llevó a investigar en unos datos que encontré leyendo alguno de los libros parroquiales del siglo XVII, pertenecientes a la iglesia de San Esteban de Pedrosa del Príncipe. 

Hace ya algunos años, apoyándome en dicho escrito, escribí en el número 35 de la revista Regañón del mes de Abril del año 2000, un artículo sobre cómo era la escuela de Pedrosa del Príncipe en el año 1642. Dicho artículo lo puedes leer también en la página web simplemente tecleando el nombre del pueblo (enlace disponible desde aquí).

Ahora, con este artículo, me gustaría partir de aquellos datos tan antiguos, para terminar hablando, aunque sólo sea muy por encima, de la historia más reciente de nuestra escuela del pueblo en el siglo XX, último siglo de su existencia.

Para hacer más asequible la lectura, permitidme que lo exprese como si estuviera hablando con un hombre sabio del lugar, que amablemente responde a mis preguntas  al estilo de una entrevista.

¿Qué información ofrece ese documento, donde se habla de la escuela de Pedrosa del Príncipe en el año 1642?

SABIO: En ese escrito del libro parroquial llamado “Acuerdos y aperos de la Iglesia de San Esteban de Pedrosa del Príncipe” se da parte de la actividad escolar que se ejercía en el pueblo. Con todo detalle se escribe una lista con el nombre del padre de quienes acudían a la escuela parroquial del pueblo. Por ejemplo, se dice que el señor alcalde, Esteban Escribano, tenía un chico en la escuela. José Toledano tenía otro chico. El señor regidor, Antonio Carro, tenía en la escuela a una chica. Miguel Espinosa tenía una chica, y así sucesivamente hasta llegar a un total de 39 entre chicos y chicas que iban a la escuela de este pueblo, nada más y nada menos que en la lejanía del año 1642.

¿Qué valor tiene esa información?

SABIO: Dicho documento tiene un valor considerable para nuestra historia local y también para la historia de la educación escolar en general, pues demuestra que en Pedrosa del Príncipe ha habido una gran sensibilidad por la cultura, y que viene desde épocas muy lejanas el interés por aprender, cosa que en aquellos tiempos era un privilegio de muy pocas personas. 

Otra característica importante que nos aporta el documento de la iglesia es que no sólo los varones tenían acceso a la enseñanza, sino que también las niñas iban a la escuela y aprendían a leer y a escribir en igualdad de condiciones que los niños. Hoy esto es lo más normal, pero en aquella época  de hace cuatro siglos esto no era de uso común todavía, ni siquiera para las familias  de alto rango. Además, si pensamos que en España el ir a la escuela no se hizo obligatorio hasta la ley Moyano del 1857, la práctica escolar en el pueblo tiene una relevancia especial pues, con este proceder el pueblo de Pedrosa del Príncipe  se adelanta a los tiempos de manera considerable. 

Podemos decir con sano orgullo que nuestros tatarabuelos y tatarabuelas del siglo XVII sabían leer y escribir; que aprendieron en la escuela parroquial; y que era el mismo párroco, o el sacristán, quienes realizaban esta tarea escolar antes de que llegaran los maestros oficiales. Toda una revolución para una época de tanto olvido de las zonas rurales. 

¿Cómo siguió la escuela en los siglos posteriores?

SABIO: No dispongo de datos, tan evidentes como los anteriores. Todo hace suponer que la escuela continuó con normalidad, pues en los libros de fábrica de la iglesia todos los mayordomos y personas que forman las juntas ponen su firma de puño y letra. Eso indica que la escuela tuvo continuidad. 
 
Por otros datos históricos sé que durante el reinado de Carlos III, en el 1759, el aprendizaje de las letras y los números se mantiene igual que en el siglo anterior. La enseñanza  escolar tenía la consideración de un acto de beneficencia social practicada por las órdenes religiosas y las instituciones eclesiásticas. El 11 de Mayo de 1783 se publica una Real Cédula para crear escuelas gratuitas en todas las ciudades y villas. El Consejo de Castilla concedía la aprobación de escuelas, siempre y cuando hubiese bienes económicos suficientes. No había dinero para pagar a los profesionales de la enseñanza, pues en los años de las décadas anteriores se había vivido una gran crisis agraria que provocó la emigración hacia las ciudades, proporcionando así mano de obra barata para la industria naciente de los astilleros vascos y de las textiles de Cataluña. Seguro que, por esta razón, muchos de nuestros vecinos de Pedrosa del Príncipe y de los pueblos de la comarca, empezaron a  emigrar a otras regiones buscando un mejor porvenir.

¿Hubo algún pensador nacional que promoviera la enseñanza escolar para todos como un modo imprescindible para abrirse camino en la vida?


SABIO:
Sí, había un esfuerzo considerable por llegar a ello. Es, sobre todo en el año 1792, cuando Francisco Cabarrús considera que la enseñanza primaria debe ser “común a todos los ciudadanos: grandes y pequeños, ricos y pobres, que deben recibirla igual y simultáneamente". 

Este hombre decía: "¿No van todos a la iglesia? ¿Por qué no deberán ir a ese templo patriótico que es la escuela? Desde los seis hasta los diez años, críense juntos los hijos de una misma patria". Así lo escribía en las “Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública”, editada  en Madrid por Castellote Editor, en el año 1973. 

Hay una mentalidad que poco a poco se fue abriendo paso, pero en aquellas épocas todo iba muy lento. En Pedrosa del Príncipe las mentes estaban ya más preparadas para valorar la importancia de la escuela, así que todo  siguió  con la mayor naturalidad. 

¿Cuándo se obliga a los españoles a ir a la escuela desde pequeños en todos los pueblos?

SABIO: Pues fue en el 1857, cuando en España la ley Moyano prescribe que “la enseñanza pública primaria será gratuita para los que no puedan pagar, y obligatoria para todos”. A partir de aquí, muy lentamente, llegó a muchos pueblos la obligatoriedad de aprender a leer y a escribir en la escuela. Se construyen los primeros edificios escolares, con sus respectivos maestros y maestras. 

En Pedrosa del Príncipe no supuso más avance que el continuar de una manera oficial y obligatoria lo que ya, libremente, y con dos siglos de anticipación, se estaba haciendo desde la escuela parroquial tanto para los niños como para las niñas.

Es muy probable que en esas fechas se construyeran las antiguas escuelas de la Plaza del Reloj, donde han ido nuestros abuelos antes de construir el otro edificio escolar que hoy es ya la nueva sede del ayuntamiento y de otros servicios.


¿Cómo fue configurándose aquella nueva escuela civil?

SABIO: En estos últimos siglos más cercanos a nuestros tiempos actuales, una nueva corriente escolar se va imponiendo. Hay unos movimientos de ruptura con los sistemas anteriores de enseñanza. La cultura clásica se abandona para coger otras de tipo más utilitaria. El estudio de las ciencias naturales y de las matemáticas gana la batalla a la cultura humanística. Se piensa que lo importante es cultivar la mente para adaptarla a cualquier disciplina académica. Hay un impulso para desarrollar la capacidad de razonar. La instrucción empieza a tener conexión con lo perteneciente a lo educativo. En Pedrosa del Príncipe todo sigue su curso. Lo básico del aprendizaje para desenvolverse en la vida normal era lo imprescindible que todo el mundo tenía interés por aprender.

¿Cómo se desarrolló este proceso en Pedrosa del Príncipe desde los comienzos del s. XX?

SABIO: Sería muy largo de contar y aquí no pretendo hacer un estudio exhaustivo sobre la escuela en esa época. No dispongo de documentación escrita. Sólo dispongo de algunos testimonios directos de personas muy mayores que vivieron algunos episodios que aún, muy vagamente, guardan en su memoria. Sus recuerdos nos pueden servir para hacernos una pequeña fotografía que nos aproxima a sus tiempos. Sigue leyendo y te lo iré contando tal como me lo contaron a mí directamente, algunas personas que todavía viven.

¿Dónde estaba el primer edificio de las escuelas del pueblo?

SABIO: En Pedrosa del Príncipe estaba situada la escuela en lo que llamamos la Plaza del Reloj, que luego fue la sede del ayuntamiento. Igual que lo que ha ocurrido ahora con el nuevo edificio de las  escuelas. Precisamente hay todavía en la Plaza del Reloj una placa de cerámica con el nombre de Plaza de la Constitución, que merece la pena conservar como oro en paño, por su valor histórico. Parece como una premonición que la cultura y la política se deben dar la mano para que las cosas se hagan con criterio, cultura y reflexión por el bien de los vecinos. 

En dicho edificio de la Plaza del Reloj estaba la escuela de párvulos abajo, y la escuela de los mayores arriba. Los chicos estaban a un lado y las chicas a otro. Se empezaba como párvulo a los  cuatro años, y cuando se cumplían los siete años se subía a la escuela de arriba. Aquí se estaba hasta los 14 años, cuando ya uno se salía de la escuela y se ponía a trabajar para ganarse la vida.

¿Qué se hacía en la escuela de aquellos años?

SABIO: El horario escolar empezaba a las 9 de la mañana hasta la una. Se tenía un recreo a media mañana. Había un arambol por las escaleras y bajábamos deslizándonos por él, pero si te veían los maestros o se enteraban, te daban un castigo y te quedabas sin recreo.  

Por la tarde seguíamos desde las tres hasta las cinco. Nos enseñaban a leer y a escribir, los ríos, matemáticas, la historia, el catecismo… 

En el 1915 la escuela era  ya gratuita. Nos daban los libros. Solamente comprábamos las cartillas. Nosotros llevábamos la pluma y el tintero, la pizarra y el pizarrín. Todos los días se tomaba la lección. Juntos la repetíamos cantando para aprenderla mejor, sobre todo la tabla de multiplicar. Algunas veces nos pegaban los maestros y nos ponían libros en las manos como castigo por no saber la lección.

Más adelante en el año 1930, las chicas aprendían también a hacer labores y a bordar. 

Había un grupo de listos, otro de regulares y otro de torpes. Luego llegaron las enciclopedias, donde venía de todo. Leíamos libros titulados: “Cabeza y corazón”, y otro que se llamaba: “La nueva emoción de España”. En esa época había un grupo de  50 niños, y otro de unas 50 niñas.

Las mesas eran relargas, de metal; luego llegaron los pupitres y nos pusieron de dos en dos. En el pasillo de la escuela las niñas cantaban el himno a Burgos al entrar.  

Según la señora Presentación Ganzo, que tiene una memoria prodigiosa, me dijo que cuando había que hacer silencio cantaban esta canción: Silencio compañeras, silencio que vamos a estudiar, y luego si hemos sido aplicadas, contentas a jugar. La niña aplicada, el premio tendrá, y la desaplicada castigada quedará. 

También  se acuerda de una oración a la cruz que decíamos antes de empezar la clase y que rezaba así: Señor, Dios, os rogamos que iluminéis nuestro entendimiento y mováis nuestra voluntad para que aprendamos con la debida atención cuando por nuestros maestros nos enseñan para nuestro bien temporal y eterno. Así os lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Al terminar la clase rezaban otra oración que la señora Presen se sabe todavía de memoria y decía:
Os damos gracias, Señor, porque nos habéis asistido con vuestras luces. Os suplicamos que continuéis dándonos vuestro divino socorro, a fin de que las cosas que hemos aprendido, nos sirvan para nuestro bien temporal, espiritual y eterno. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Luego vinieron tiempos muy revueltos que terminaron con una guerra entre los mismos españoles. De aquellos años no tengo conocimientos de cómo fue la escuela en el pueblo. La señora Presen me contó que había una canción que cantaban los republicanos antes de que estallara la guerra y que decía así: 

Bandera, bandera de honor, privilegio de nuestro país, 
bandera del pueblo español del glorioso 14 de Abril (día   de la república).
Unidos en la eternidad 
el 16 de febrero fue el día 
que se acabó la burguesía, 
por el imperio de acción popular.

Cuando acabó la guerra civil, en el año 1939, me sigue contando la señora Presen,  la maestra, doña Dolores, se fue  al cementerio con los niños de la escuela. Llevaron una corona de flores y la pusieron a la puerta del cementerio recordando a todos los que habían muerto de un bando y de otro. El cura, Don Alberto estaba allí también con todos ellos y rezó una oración que decía así:

Al colocar esta corona a la puerta del cementerio
queremos rendir tributo a los que por España murieron. 
Siempre vivas y flores es nuestro obsequio
y, como siempre, vivo 
será el recuerdo.
A Dios pedimos la vida eterna para esas almas dulces y buenas.
Señor, atiende lo que te pedimos. 
Dales el cielo desde hoy mismo. 

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