viernes, 6 de mayo de 2022

Las mañanitas de abril son muy dulces de dormir, y las de mayo, las más dulces de todo el año

Aquella costumbre antigua de adornar cada lance cotidiano con un refrán es otra de esas cosas que se llevarán consigo nuestros mayores. Cuando seamos nosotros "los mayores", cosa que ya se vislumbra a la vuelta de la esquina, me temo que poco podremos sacar de aquel inagotable arsenal de experiencia condensada con el que nuestros ancestros apuntalaban un consejo o advertencia. Tal vez por eso nos ha dado por cazar al vuelo y agrupar en un modesto apartado de este blog algunos de los refranes que aún seguimos oyendo. 

Una de las cosas más sorprendentes de los refranes es que, con frecuencia, permanecen agazapados durante muchos años, y salen de manera inopinada en el momento menos pensado, activados por no se sabe qué conexión neuronal. Por ejemplo, un día de estos comentaba yo en casa que me había despertado más tarde que de costumbre, y mi madre trajo, vete a saber de dónde, una explicación incontrovertible: "pues claro, ya se dice que las mañanitas de abril son muy dulces de dormir, y las de mayo, las más dulces de todo el año". 

Por supuesto, lo que menos me importa es la veracidad científica del aserto. Lo que me impresiona es su pertinencia comunicativa. Es como cuando en un taller se saca del cuadro de llaves justo la que hace falta para mover una tuerca. Igual hace medio año que no había que aflojar una tuerca de esas dimensiones, pero la llave estaba ahí, preparada para la ocasión...

Así que incorporo este refrán a nuestro elenco y, junto a él y ya puestos, algún otro que tiene al mes de mayo como protagonista y que oímos con frecuencia por aquí. Tal vez el más célebre sea aquel que, de niño, siempre me intrigó muchísimo por su formulación imposible: hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo. Yo ni sabía lo que era un sayo ni, lo que es más grave, entendía cómo podía mayo pasar de sus treinta y un días prescritos. 

También entra dentro de los refranes meteorológicos aquella poética torsión del lenguaje: cuando marzo mayea, abril marcea. Aquí hay que descubrirse ante la capacidad de síntesis y expresividad del lenguaje popular, imposible conseguir una expresión mejor con menos palabras. Otro dicho muy oído por nuestra tierra insiste en lo bueno es que cada mes cumpla con lo que tiene encomendado: marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso. Y eso sin desmerecer a las benefactoras "aguas de mayo", que impulsan los cultivos más que ninguna otra: agua de mayo, crece el pelo un palmo

También muy vinculada a la experiencia del ciclo agrícola (en mayo quedan ya muy lejos los meses de la cosecha del cereal) hay que entender esta advertencia: Días de mayo, días amargos, los panes cortos y los días largos; circunstancia sobre la que insiste este otro: guarda pan para mayo, y leña para todo el año.

Está claro que no hay cosa que pueda escapar a la pertinente sentencia de un refrán.