domingo, 23 de agosto de 2020

Almacén de refranes

El edénico patio de "El Manzano", escenario de uno de los refranes.
El otro día paramos Isidro y yo a tomar algo en el hostal El Manzano, en Castrojeriz, que se cobija con mucho encanto bajo el prodigio geométrico de la colegiata de de Nuestra Señora del Manzano, que da la bienvenida a los peregrinos que acometen la calle más larga de la ruta jacobea. El local honra su nombre con un ancho manzano que da sombra a robustas mesas de piedra y que por estos días andaba cargado de fruto. No es infrecuente, en el buen tiempo, encontrarse desayunando en ese rincón edénico a gente de PDP.

Como es su costumbre, Isidro pidió un vaso de agua al regente del local junto con el café, y comenzó a hacer sus consabidas loas al consumo de esa bebida como agente de salud bendecido por la comunidad médica, que lo recomienda en toda ocasión. Lo que no esperaba era una contradicción a tal dogma, y menos con un refrán tan contundente como el que siguió.

Como decía mi padre -sentenció el mesonero- si el agua hace cárcavos en los caminos, qué no hará en los intestinos. De la alusión al cárcavo pasamos a hablar de la choranca, y, con un paisano que se juntó a la conversación, tuvimos una agradable digresión filológica.

Con independencia de la sabiduría del dicho, este fugaz acontecido nos ha inspirado la idea de hacer acopio, sin mayor intención, de parte del tesoro paremiológico que se ha ido acumulando con el paso de los siglos y que, con la desaparición de las generaciones que lo custodiaban como un inapreciable depósito de sabiduría práctica, corre también, al igual que otras muchas otras cosas, serio peligro de irse disolviendo poco a poco. 

Si el agua hace cárcavos en los caminos, qué no hará en los intestinos. Todo hace pensar que esta afirmación tiene algo de reivindicación indirecta del vino más que denuesto hacia el agua.

Un vez homenajeado el refrán inspirador, los demás que van llegando los iremos colocando por orden alfabético.


A burro muerto, la cebada al rabo. Hay que actuar antes de que las cosas no tengan ya remedio. De poco le vale la cebada al burro que se ha muerto de hambre. 

A falta de pan, buenas son tortas. Un himno a la conformidad.

Agua de mayo, crece el pelo un palmo. Siempre han sido celebradas las "aguas de mayo", como las más eficientes para el éxito de la cosecha.

A lo que vengo vengo, o me da la hija o me voy corriendo. Manifestación extrema de sentido práctico.

Antes muerta que perder la vida. La retórica y la logorrea, así como como el ansia de enfatizar, nos pueden llevar a estos callejones sin salida.

Consejos vendo y para mí no tengo. Lo difícil de guardar coherencia entre el discurso y la vida. 

Cuando marzo mayea, abril marcea. Siempre me ha parecido sublime, por su estricta economía de medios, este canto a la disciplina meteorológica de los meses del año.

Del agua vertida, la mitad cogida. Cuando una herencia deshacía el patrimonio familiar, no se veía del todo mal una unión endogámica para atenuar las pérdidas.

Después del burro muerto, la cebada al rabo. Las cosas a su tiempo.

Días de mayo, días amargos, los panes cortos y los días largos. La cosecha del año anterior ha quedado ya muy lejos, y hay que seguir comiendo. 

Donde hay quita y no hay pon pronto se ve el hondón. Elemental aviso de prudencia para manirrotos, bien tallado por nuestros antepasados.

Entre ponte bien y estate quieta... Lo difícil que resulta entrar al grano. 

Esto es para mear y no echar gota. A veces uno se encuentra con sucesos muy difíciles de clasificar.

Guarda pan para mayo, y leña para todo el año. Hay que ser precavido y programar bien los beneficios de la cosecha del año anterior.

Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo. Bien sea por la fuerza de la rima, bien por evitar la mención de junio, la verdad es que este refrán es muy efectivo, y popularizó mucho la palabra sayo, en franco desuso. 

Hasta Navidad, ni hambre ni frío. Se aprecia el temor a enero y febrero, los meses climatológicos más duros del año.

Hay ojos que se enamoran de legañas. El equivalente de "Siempre hay un roto para un descosido".

Las mañanitas de abril son muy dulces de dormir, y las de mayo, las más dulces de todo el año. Esta es una afirmación concluyente que cada cual tendrá acreditar con la práctica. Una mañanita de enero, arropado entre las mantas, y con un frío que pela en la calle, tampoco está nada mal. 

Lo que otro suda, a mi poco me dura. Dicho en menosprecio del reciclaje y de la segunda mano. Otro dicho de poca corrección política en estos tiempos. 

Marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso. Uno de la inmensa muestra de refranes meteorológicos, un poco desorientados con el cambio climático. 

No era nada lo del ojo y lo llevaba en la mano. A veces lo que se dice y lo que se hace no guarda la debida coherencia. 

No se hizo la miel para la boca del asno. O, como decían los romanos, "no hay que echar margaritas a los cerdos".

No te digo que te vistas, pero ahí tienes la ropa. El difícil arte de la persuasión. 

Por culpa del burro, dan palos a la albarda. A veces se excusan los errores propios atribuyéndoselos a otras personas. 

Por san Blas, la cigüeña verás. Estas sentencias tan contundentes están ahora sometidas a mil contingencias. Pero lo normal, era ver la cigüeña a principios de febrero. 

Si sale con barbas san Antón, y si no, la Purísima Concepción. Máxima conformidad ante el resultado de una obra. 

Sólo me falta ya poner el culo a azotes. Hay otra versión un poco menos sutil: "Además de puta, poner la cama".

Yo también soy marica con el culo de otro. El summum de la incorrección política, sobre todo en estos tiempos que corren. Es fácil pontificar cuando el discurso se aplica a lo que deben hacer los demás, sin consecuencia para uno mismo.