martes, 5 de julio de 2022

La iglesia

 


Como todas las fotografías que remite Víctor, esta también presenta, por así decirlo, un halo misterioso. Se adivina el sol en la parte superior izquierda, como un inmenso foco que iluminara la escena, que parece un encaje de rectángulos del tetris. Al no divisarse la techumbre del edificio, la torre surge como un elemento extraño al gran rectángulo principal, con sus dos volúmenes superpuestos. En realidad, el protagonismo lo asume el viejo frontón, el gran paredón de la derecha que, en tiempos, tenía cegada la ventana y era la única pista deportiva del pueblo. Añade su misterio el hecho de que se trate de un gran muro casi decorativo, porque perdió la nave que soportaba.

Así que nos quedó un murallón aparatoso e inútil (salvo para los partidos de pelota mano o frontenis que allí se jugaban hasta la construcción del frontón). No tiene la elegancia del ábside, ni la gracia de nuestro único arbotante. Pero contrastada con el intenso azul del cielo, su contundente elementalidad acaba por resultar atrayente. 

Fotografía: Víctor Manrique
Texto: Gerardo Manrique