Quienes gozamos de la gracia de vivir somos el resultado de tal concatenación de azares que es mejor no ponerse a pensar en ello. Pero encontrar uno de esos eslabones escritos en las letras de molde de un periódico no deja de producir la extraña sensación de estar asistiendo a "otro presente", al que nosotros, todavía, no estábamos invitados, pero en el que se dilucidaba nuestra existencia.
La nota, redactada con descuido por algún aburrido editor del periódico (con las consabidas hipérboles galantes, pero también con errores elementales en la transcripción de topónimos y antropónimos), tiene un intenso sabor de época que la hace entrañable:
"En la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Calle tuvo lugar esta mañana el matrimonial enlace de la bellísima y distinguida señorita Potenciana Franco (sic, por Francés) Gutiérrez, de Villoveta (sic, por Villaveta) (Burgos), con el inteligente y laborioso mecánico de Pedrosa del Príncipe, don Pedro Frías Alonso.
Fueron padrinos en la religiosa ceremonia la señorita Elvira Delgado y el joven de Abia de las Torres, don Dionisio Martínez, primos de los contrayentes.
Bendijo la unión el M.I. señor don Matías Alonso, tío del desposado.
A ellos y a sus familiares nuestra sincera felicitación, deseándoles todo género de venturas en el nuevo estado, en el que Dios nuestro Señor habrá de acrecentar las virtudes que les adornaron de solteros, para bien de la familia cristiana".
Ese tal don Matías Alonso fue canónigo de la Catedral de Palencia, y había trabajado como maestro con Andrés Manjón en las escuelas del Ave María en Granada, donde, sin duda, entraría en contacto con nuestro paisano Víctor Escribano García, muy implicado en aquella iniciativa social de la Iglesia. Por esa experiencia, cabe suponer, fue nombrado en 1924 director del patronato de las escuelas del Ave María en la capital palentina. El mundo es una inmensa estructura de vasos comunicantes.
Andando el tiempo, tuve la ocasión de trabajar un mes de julio en la impresionante biblioteca histórica de la Catedral de Palencia (un tesoro bibliográfico bastante desconocido, dicho sea de paso). Un día apareció por allí un canónigo muy anciano que apenas si veía ya, asistido por un joven acólito a quien teledirigía perfectamente al volumen que le interesaba. Sin verla, parecía conocer la biblioteca al dedillo. A pesar de su semblante huraño y de la intimidación que produce la ceguera, me atreví a acercarme a él y preguntarle si había conocido a Matías Alonso.
―¿Y cómo no lo iba a conocer? ―Me respondió con sequedad y malas pulgas, antes de marcharse de allí del brazo de su joven asistente con un grueso códice.
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Fotografía de boda de mis abuelos maternos Pedro y Potenciana (1927) |