lunes, 16 de mayo de 2022

La procesión de San Isidro Labrador

El día 15 de mayo de este año, como es tradición, se sacó la imagen de San Isidro en sus andas para bendecir los campos de Pedrosa. El santo recibe el auxilio, en su breve periplo por las calles del pueblo, nada menos que del mismo Jesús, tanto en forma humana, crucificado, como en el símbolo de su martirio en un pendón y dos modestas cruces procesionales. 

San Isidro es un santo sorprendente, porque poco o nada se sabe con seguridad de su biografía que no sea su época de nacimiento, sólo unos cuarenta años más joven que el Cid. Se le tiene por un jornalero de familia mozárabe, nacido en Madrid cuando Alfonso VI estaba a punto de apoderarse de Toledo y, por lo tanto, muy influido por la cultura y costumbres islámicas. Su mayor virtud, cabe pensar que muy favorecida por la gracia divina, era la de ser un zahorí infalible, destreza muy apreciada en un ámbito eminentemente agrícola y que lo convertirá en el protagonista de las rogativas que suplican por el agua del cielo. 

Poco tiene, por tanto, San Isidro de su gran precedente onomástico de época visigoda, San Isidoro, el arzobispo de Sevilla empeñado en rescatar toda la sabiduría antigua del naufragio en aguas bárbaras que él intuía tan cercano, todo un erudito universal. Muy al contrario, a San Isidro se le figura como un campesino iletrado, representante de una profunda tradición popular de cultivo de la tierra y símbolo de la afanosa candidez del campesino que, con su esfuerzo, tesón y limpieza de espíritu, va tejiendo una vida modélica en armonía con el campo. Y bendecido, por ello, con los dones de la santidad, que le permitieron cumplir los milagros que más tarde le elevarían a los altares. 

Uno de ellos, aquel en que sus bueyes araban solos la tierra mientras él se concentraba en sus oraciones, es el que evoca la talla que se saca en procesión en Pedrosa, pues a los pies del santo se representa en menor tamaño una yunta de bueyes. Nuestro San Isidro (nada sé ni de la época ni del artífice de la figura) tiene un porte romántico, con barba y larga melena, y se le coloca, en su mano derecha, un haz de mies agostada, y a sus pies hojas de hiedra, que representan la vegetación de los campos y el deseo de abundancia en la cosecha. 

Santo paradójico, patrón de los agricultores que viven en la España despoblada y también de una gran urbe que es su centro político, industrial y de servicios; jornalero de tierras ajenas que pareciera más destinado a protector de anarquistas que de pequeños propietarios agrícolas; figura medieval, con cierto aroma musulmán, poderosamente enraizada en la vieja Castilla de la Contrarreforma.

Toda esta larga tradición (que si la apuramos un poco más nos lleva hasta el antiguo Egipto, pues "Isidoro" significa en su origen "don de Isis") recorrió ayer otra vez las calles de Pedrosa. Y, un poco más tarde, tras rendir culto al santo, la comitiva dio cuenta de ese otro rito civil tan propio de PDP, el "lus municipal".  

Fotografía: Mariángeles Meléndez
Texto: Gerardo Manrique