En la parte frontal, además del nombre del pueblo en letras señeras, su escudo y el homenaje a Burgos en la figura del Cid, tenemos el primer lema latino, Ad astra per aspera, atribuido a Séneca, el gran filósofo romano de origen cordobés. A los cielos se llega a través de las dificultades, viene a significar el dicho latino, tan escueto y sentencioso como todo lo que se transmite en esa lengua sin artículos. Lema que, por cierto, compartía nuestro maillot con el escudo del equipo de fútbol del Unionistas de Salamanca, o el del estado norteamericano de Kansas, entre otras instituciones.
Si en el torso ya era llamativa la presencia del latín, en su parte dorsal lo es más aún, pues, sobre una reproducción del rollo que levantó en su día Rodrigo Alonso (más información al respecto disponible en este enlace), se deja leer en grandes letras Homo sacra res homini, con atribución explícita, esta vez, a Séneca, su autor (El hombre es algo sagrado para el hombre, pontifica esta sentencia latina). Una hermosa y solemne máxima que deberían aplicarse unos cuantos en los tiempos que corren, en los que parece que triunfa otro latinajo, casi correlativo y no menos célebre, pero mucho más sombrío: homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre).
Arrastrando mi cuerpo por las empinadas carreteras asturianas me encantaba sentir las miradas curiosas de los parroquianos, cuando entraba en algún chigre de carretera a tomar aliento, preguntándose dónde estaría ese pueblo de Burgos tan cargado de latinidad.
Hay que decir, para completar la descripción, que el mallot, presa de una especie de horror vacui, daba espacio para mucho más, mensajes algo más acordes con los tiempos modernos, como lo de Bike Xtream, Pedrosabike o Gsport, además de llevar la bandera de España en una de las mangas y la bandera arcoíris en el cuello. Un precioso maremagnum.
La verdad es que no va a ser lo mismo dar una vuelta en la bici sin él; echaremos en falta ir portando un estandarte.