jueves, 13 de enero de 2022

Fiestas patronales, allá por el año 1956


Ocho chicas posan sonrientes, tendidas en una era que no acertamos a ubicar. El vallado de piedra que la cierra ya no existe, aunque por detrás parece adivinarse el terraplén del Odra y eso nos podría dar alguna pista. Pero, ¿qué más da? las que importan son ellas, no es el tiempo ni el lugar.

De las ocho, seis son de Pedrosa, y otras dos de Itero de la Vega. Parece ser que el fotógrafo era un tal Alfonso, que aparecía por el pueblo con su cámara y sacaba fotos a demanda, con lo que sumaba unas pesetas para mantener su afición. Este ejemplar en papel ha acusado el paso de los años y, tal vez, cierta desidia en su cuidado, aunque eso le confiere, también, alguna pátina de tenaz supervivencia.

¿De qué estarían hablando estas chicas, seguro que un poco alborotadas, justo antes de posar para la foto, de qué un instante después? Se las ve relajadas y contentas, amigas, cada una exhibiendo su personalidad (las hay más contenidas, otras más desafiantes o seductoras). Sus vidas contaban aquel día apenas los renglones iniciales, la mayor parte estaba aún por escribir.

Desde entonces los amanuenses del destino no han cejado en su labor a lo largo de sesenta y seis años de paciente trabajo. A veces lo han hecho con una meticulosa caligrafía, otras, hasta se les ha caído el tintero sobre las hojas.