martes, 21 de diciembre de 2021

Fiestas patronales de 1968


En el difícil rescate de algunas fotografías más o menos documentadas del pasado (¡hay que ver cómo se va echando el tiempo encima!), hay imágenes cuyo valor testimonial es proporcional a la poca intención artística (digámoslo así) del fotógrafo. 

Estas dos instantáneas con que nos obsequia Jesús Borro, que se remontan a junio de 1968, cumplen con esa premisa. La primera de ellas parece dirigir su atención al desastrado perro que ocupa el centro de la imagen y que, suponemos, alguna relación debía tener con el propietario de la pierna que aparece a la izquierda. Pero nuestro interés se va hacia lo que parece una caseta de tiro instalada en la calle de Santa Cristina, frente al que sería el bar Toledano. La caseta está concurrida, pero hay dos niños y una niña a los que atrae el can (el mayor parece Taxio, el pequeño, tal vez, Jaime).

Llama la atención el pavimento y, también, las modas de entonces. Aquellos pantalones tan cortos en los niños, así como uno de ellos, al fondo, ataviado con corbata para honrar la solemnidad de la fiesta. 

En la imagen inferior otra escena de la función de aquel año, con Victoriano apostando al bote ante la risueña mirada de quien parece ser Julián. El bote, un juego de azar tan elemental como ineludible en las fiestas de antaño, que sabía seducir con el reclamo de las almendras a ese gen ludópata que todos llevamos dentro. Cuánto nos gustaría participar, tan solo un par de minutos, en esa apuesta, y cruzar unas palabras con aquellos de entonces.