domingo, 17 de octubre de 2021

Unas sencillas reflexiones

Por Ascen Fernández


MADRE

¡Cuántas veces, al oír esta palabra, me hace girar la vista atrás! 
¡Cuánto amor encierra entre sus letras y cuánta pena por la madre que no está!
Siempre dando, sin pedirnos nada a cambio. Y escuchando, sin dejar de aconsejar.
Siempre amando, como te ama una madre; en la vida te podremos olvidar.

DUDA

Y tú: ¿Qué necesitas? ¿Cuánto necesitas?
Pues no sé... igual...

¿Eres feliz con lo que tienes?
Pues no sé...

Entonces, si tienes lo que necesitas,
disfruta de lo que tienes,
confórmate y serás feliz.

VECINAS

Estáis en mi pensamiento,
habéis pasado por mi vida con amor.
Cada una habéis puesto una semillita de afecto, tolerancia, paciencia y trabajo.
Sin vosotras, seguro que hubiera sido otra persona.
Esas mujeres mayores que rodearon mi vida,
las vecinas de mi pueblo.
No os olvidaré nunca.
                  
ALZHEIMER

Ahí te veo, dudoso y confundido,
entregado a la buena voluntad, 
que no sabes si soy tu madre o soy tu hija
y ese impulso que no puedes controlar.

La vida que has creado se derrumba
y los recuerdos vienen de muy atrás;
tienes dudas, desconfías, sientes miedo
y en tu casa te quieres refugiar.

Esa penumbra que llevas en los ojos
y la tristeza de no saber dónde estás,
la alegría de una simple caricia,
o ese beso que no sabes quién te da.

MI CASA

Tengo una casa chiquita.
La casa de mi niñez.
La casa donde los recuerdos.
Vuelven una y otra vez.
Es la casa de mis padres.
La casa de mi juventud.
La casa de mis amigos
Y entre ellos estas tú.

ESTO PASARÁ

Quiero comenzar con un aliento de esperanza después de tantos meses de restricciones por la crisis del COVID 19.

En casa y con horarios y libertades restringidas, nuestra vida continúa, nuestras amistades se refuerzan y nuestro vecindario recobra vida y le ponemos cara.

Alejados físicamente de nuestros hijos hemos estado virtualmente más en contacto que nunca con ellos,
preocupados por el riesgo que podían correr y alegrándonos de seguir bien.

Pero no quiero eludir la dureza de ésta realidad que inunda mis ojos, esas vidas apagadas, sin una luz que las ilumine, sin calor que las arrope y sin aliento que las reconforte.

¡Esto pasará!

Nos miramos a los ojos,
con una muralla en los labios
y el corazón oprimido.

Nos hablamos a distancia y sin saber qué decirnos.
Esperando que esto pase y por fin llegue el olvido.
Y en el camino dejando a familiares y amigos.