Por Guadalupe Mínguez
(publicado en Regañón, número 50, enero de 2004)
El verano va acabando,
corre el viento en la alameda,
y en suelo revolando
hojas secas en su celda.
Son las hojas que en otoño
solas caen al pavimento;
pisadas son, como antaño,
y, también, las barre el viento.
Son las hojas que en verano
nos dieron sombra y frescura,
color al ramaje tierno
y al paisaje su hermosura.
nos dieron sombra y frescura,
color al ramaje tierno
y al paisaje su hermosura.
En el suelo dibujaban,
muy finos, unos reflejos.
muy finos, unos reflejos.
Encajes de sol lucían
con verdes dorados viejos.