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Perspectiva de un tramo de la calle La Rambla. |
Hace unos veinticinco siglos que mensajeros persas iban requiriendo de las ciudades griegas, como símbolo de sumisión y entrega, "tierra y agua". Si algún invasor llegara a PDP con parecidas intenciones (¡Dios no lo quiera!) tal vez nos pidiera "piedra y ladrillo". Nuestro urbanismo se basa, con permiso del adobe, en esos dos materiales tan esenciales y que combinan entre sí con tanta elegancia, como ha recogido Víctor con pericia en esta fotografía de la calle de La Rambla.
Generalmente la piedra, material más sólido, se dedica a la planta baja, descendiendo hasta las raíces de la edificación, sus cimientos. El ladrillo, más frágil, pero también más maleable y diverso, adorna las plantas superiores, muchas veces cubriendo sólidas paredes de adobe.
A la piedra se la sacaba de las entrañas del páramo, compactada en un trabajo de la naturaleza de millones de años. El ladrillo, sin embargo, es un síntoma de civilización, porque requiere un proceso industrial, por básico que sea. Así que su mezcla resume muy bien la naturaleza humana, amarrada a la tierra, pero siempre inquieta y con un anhelo permanente por avanzar.
Fotografía: Víctor Manrique
Texto: Gerardo Manrique
Texto: Gerardo Manrique