sábado, 24 de julio de 2021

Bancos en el camino de las cruces

Muchas veces hemos reparado en la aparente paradoja de que nuestro pueblo nunca ha estado mejor en sus condiciones materiales, particularmente las urbanísticas y, sin embargo, nunca ha tenido menos habitantes. Paradoja bien dolorosa, si uno se para a pensar en ello, pero ahora toca quedarse con la primera parte. 

Uno de los bancos de forja que se han instalado en 
el camino de las cruces.
La renovación urbanística de PDP en estas últimas décadas ha sido incesante y ha transformado el pueblo por completo. Cabe destacar, entre las mejoras más notorias, la renovación de todo su sistema de aguas y alcantarillado, la pavimentación de todas las calles de manera homogénea y estética, la sustancial mejora de espacios comunes tan importantes como el ayuntamiento, la plaza del rollo, el pórtico de entrada al Teleclub, la iluminación pública ornamental y de bajo consumo, la zona recreativa de las Pontoncillas… por citar tal vez los más llamativos y a riesgo de dejar varias cosas en el tintero. A eso hay que sumar las muchas actuaciones sobre las viviendas particulares en el ámbito privado, que han conformado un caserío vistoso, ordenado y homogéneo. Cuando alguien de fuera se acerca a PDP su juicio siempre es admirativo, como si tuviéramos un continente por encima de su contenido.

Aunque tal vez no se trate de una gran infraestructura, a mí particularmente (y también a otras personas con las que he conversado sobre la cuestión) me ha gustado mucho la “puesta en valor” (como tanto se dice ahora) del camino de las cruces (via crucis, en latín). La singular vía dolorosa de Pedrosa, pavimentada con gusto y esmero, comienza junto a la iglesia parroquial y culmina con las tres cruces del calvario que se yerguen en el centro del camposanto y está jalonada en su recorrido por las cruces de piedra que marcan las estaciones y por pinos y pequeños cipreses entre ellas. Compone, junto con el descenso de la ermita por la carretera de Valbonilla, un hermoso y evocador paseo, muy bien iluminado por la noche. 

Estos días, además, nos ha sorprendido la instalación de elegantes bancos de forja a lo largo del camino, cosa más que necesaria para las personas con una movilidad reducida que precisan detenerse cada tanto o, simplemente, para quien quiera solazarse un rato sentado en un entorno tan agradable. 

Estos pequeños detalles son, sin embargo, grandes noticias, porque sumados unos a otros mejoran mucho nuestra calidad de vida.  

Gerardo Manrique