sábado, 4 de abril de 2020

Villasandino

Villasandino no está muy lejos de Pedrosa. Mis primeros recuerdos del pueblo son el extraño tirabuzón que hacía el coche de línea cuando, al alcanzar la general de Burgos, cambiaba la trayectoria lógica de su destino para entrar en Villasandino, penetrando hasta el final del pueblo en una rara maniobra que incluía una aparatosa marcha atrás, para volver luego sobre sus pasos. Casi nunca recogía a ningún pasajero, porque un autobús que salía de Melgar conducía al mismo destino en menos tiempo. 

Luego hemos vuelto con alguna frecuencia por allí, en sus fiestas patronales, de vuelta de las bacanales de Melgar, o a para asistir a los conciertos estivales de órgano en sus dos monumentales iglesias. También era parada obligatoria en una de las rutas de pega de carteles anunciadores de nuestra fiesta de verano, cuando aquello se estilaba. Nos gustaba parar en el bar "Odra", el único que ha homenajeado en su nombre a nuestro humilde río.

Imposible no reparar, cuando se viene de Burgos, en su hermosa estampa medieval, el puente sobre el Odra, que conserva su elegante arco de entrada para el pago del pontazgo. Puente sobre el que se suceden dos esbeltas iglesias de advocación mariana, la Asunción y la Natividad "como dos leonas tendidas en la sabana, oteando la inmensa llanura". La iglesia de la Asunción proyecta desde el coro los sones del órgano por su inmenso espacio abierto, al elegante estilo de las iglesias de planta de salón. En una de sus paredes figura una lápida en recuerdo del gran poeta de cancionero Alfonso Álvarez de Villasandino, un travieso buscavidas y notable poeta de estilo provenzal que vivió en la Castilla de los siglos XIV y XV. Elegante cuando quería, también supo ser de lo más soez si se lo proponía, como en el desahogo pornográfico que comienza con estos versos:

                                        Señora, pues que no puedo
                                        abrevar el mi carajo
                                        en este vuestro lavajo,
                                        por demás es mi denuedo...

Estos son algunos de los tranquilos recuerdos que nos inspira Villasandino.

El derroche espacial de la iglesia de La Asunción (2019)
El tejido en piedra del crucero, en la iglesia de La Asunción (2019)
La misteriosa presencia de la pila bautismal, en la iglesia de
La Asunción (2019)

Gerardo Manrique