domingo, 17 de julio de 2022

La lacra del abandono

Por Jesús Borro Fernández, publicado en el número 46 de Regañón, enero de 2006

Ruinas de Tabanera, de las que sobresale la iglesia de San Miguel Arcángel

Es de todos conocida la gran cantidad de arte religioso que atesora esta comarca. No se puede más que elogiar iniciativas como las muestras de arte sacro realizadas lo últimos veranos por el arciprestazgo en Sasamón y en Castrojeriz, nos ayudan a conocer nuestro pasado o, al menos, el que vieron y conocieron nuestros abuelos y bisabuelos; pero el presente es vertiginoso, y la despoblación hace mella en nuestros pueblos y en su patrimonio. A veces pienso que es una lástima que dispongamos de tantas iglesias monumentales, porque es precisamente su proliferación la que impide que se puedan destinar recursos necesarios para su conservación. Se otorga prioridad a los templos en los que aún se realiza culto, lo cual parece lógico (no se nos vaya a caer la bóveda encima a mitad de la homilía, que menudo escándalo, oiga), si bien lo que no resulta menos lógico es que los templos pertenecientes a despoblados se dejen de la mano de Dios. Es un sacrilegio que, en pleno siglo XXI, cuando mayor bienestar, cultura y medios materiales hemos conseguido, dejemos alegremente desmoronarse obras de arte de más de quinientos años de antigüedad, precisamente hoy. 

Sin ir más lejos, a lo largo del venturoso año 2002, hemos visto caer una iglesia del s. XIII, y si nadie lo remedia, en breve ocurrirá lo mismo con otra de mediados del s. XII. ¿Para qué sirve la Historia? Yo recuerdo al iglesia de Tabanera (junto a Castrojeriz) como una mole impresionante en la que me colaba de estrangis aprovechando que el pastor que guardaba dentro sus ovejas andaba buscando pastos a varios kilómetros de allí; después en casa me reñían, porque al allanamiento de morada se sumaba el paseo impúdico sobre las defecaciones ovinas, con el peligro de atraer chinches y otros parásitos al hogar familiar. El interior de la iglesia se me antojaba impresionante, con sus nichos rectangulares en el suelo, sus bóvedas de crucería y sus paredes encaladas. Diez años después, ya sólo queda en pie la torre y su interior es un amasijo de escombros, aunque si nos damos un poco de prisa quizá aún pueda salvarse la portada protogótica que solicitaban las Clarisas de Castro. 

En Villamorón (junto a Villegas), al menos varias casas se mantienen en pie y son habitadas en verano. La iglesia impresiona todavía más que la anterior, y no sólo al viajante, sino también a los técnicos de la Junta, que la declararon BIC en 1994. Es uno de los escasos ejemplos en nuestra provincia de románico cisterciense: apenas tiene decoración, su elegancia estriba en sus poderosas líneas arquitectónicas. Pero las grietas horadan su estructura, y el derrumbamiento parece inminente. Como si fuera algo cantado desde hace tiempo, a finales de los setenta la iglesia fue expoliada de sus obras de mayor valor: el retablo de San Joaquín y Santa Ana (siglo XVI) y un Cristo románico, actualmente en el Museo del Retablo de Burgos. Al menos este expolio es asumible, ya que hoy podemos admirar las obras cuando deseemos en la iglesia de San Esteban de la capital; mayor desazón me producen los robos de imágenes como los ocurridos en su día en Padilla de Abajo (Virgen del Torreón), o en Pedrosa del Príncipe (Virgen de la Olma), tallas góticas de incalculable valor, actualmente en manos de coleccionistas o de anticuarios sin escrúpulos. 

Iglesia del Apóstol Santiago, en Villamorón

Y es que parece que los templos también necesitan del calor humano para su subsistencia, y el abandono de nuestros pueblos ha provocado su lenta ruina. Debemos cuidar el patrimonio porque nuestros hijos han de heredar el mismo acervo cultural que recibimos nosotros de nuestros padres. Por desgracia, Tabanera ya no es más que un montón de ruinas informes, Villamorón amenaza con serlo y, sin embargo, los políticos regionales se siguen esforzando en promocionar fuentes de energía renovable para una Comunidad que produce tres veces la energía que necesita; las prioridades van siempre por delante de los caprichos, luchemos contra esa lacra que es el abandono.