Aunque lo parezca, no es Harrison Ford quien va a morir. Es el Replicante, esa versión del ser humano mejorada para la esclavitud que nadie podría pensar que tuviera sentimientos y, menos aún, una hondura metafísica tan poética. Porque las palabras que pronuncia antes de morir son tan misteriosas y sutiles, que la mejor manera de ponderarlas es dejarlas expresarse por sí mismas; eso sí, mejoradas por la imagen, la música y la voz de Constantino Romero, porque mientras se alude a las lágrimas y a la lluvia, llueve y cabe pensar que al Replicante se le escapa una lágrima al abandonar la vida:
"He visto cosas que vosotros no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad en la puerta de Tannhäusser; todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".
Dicen que este arrebato poético con el que se despide el Replicante fue improvisado, que no estaba en el guion original de Blade Runner. Seguramente algo tan poderoso y sugerente es imposible de planificar.
