En Pedrosa tenemos una fuente estacional (hay tramos del año en que cesa su flujo) y tan discreta que es difícil reparar en ella. Se encuentra en el camino de las bodegas, y su caño está embutido en un largo murete de piedras. Pero a Víctor no le ha pasado desapercibida, y la ha inmortalizado en una de sus largas perspectivas longitudinales.
Al contemplar este modesto caño, me han venido a la memoria, vete a saber en virtud de qué interconexión neuronal, las añoranzas melancólicas de Rosalía de Castro:
Adiós ríos, adiós fontes
adiós, regatos pequenos;
adiós, vista dos meus ollos,
non sei cándo nos veremos.
adiós, regatos pequenos;
adiós, vista dos meus ollos,
non sei cándo nos veremos.
[Adiós ríos, adiós fuentes,
adiós, arroyos pequeños;
adiós, vista de mis ojos,
no sé cuándo nos veremos.]
Fotografía: Víctor Manrique
Texto: Gerardo Manrique
Texto: Gerardo Manrique