Que la realidad aventaja en potencia novelesca, y con mucho, a la ficción es algo que casi se acredita todos los días. ¡Quién nos iba a decir, por ejemplo y para no ir mucho más lejos, que permaneceríamos confinados en nuestras casas en medio de una peste medieval en pleno siglo XXI! Por mucho que expriman su prodigioso cerebro Stephen King o Ken Follet, ninguna ocurrencia literaria podrá igualar a las sorpresas que nos depara a veces el día a día.
Esta mañana he recibido en mi móvil un Whatsapp de Diego Toledano al que acompañaba la fotografía de una cuartilla manuscrita a bolígrafo y algo dañada por el paso del tiempo, aunque perfectamente legible. Me contaba Diego en su mensaje que unos operarios que trabajaban en las obras de limpieza del cauce del río Pisuerga a la altura de Torquemada habían encontrado una botella de cristal con un papel escrito en su interior y que se la habían entregado a un amigo suyo empleado en la Confederación Hidrográfica del Duero. Aunque no aparecía en el texto su autoría de manera explícita, se aludía en él a Pedrosa del Príncipe (y Diego, como yo, somos de los que aventamos por doquier el nombre de nuestro pueblo) con algún otro detalle que podría facilitar la identidad de su autor, por lo que le hacía llegar una imagen del escrito. En el texto consta también que la botella fue arrojada al Odra el día de Navidad del año 2010, con lo que, como dice Diego con gracejo, ha permanecido "doce años en remojo".
![]() |
Message in a bottle |
Mi vocación de filólogo me hace reverenciar cualquier manuscrito (¡y no digamos este en particular!) y aplicarme con cuidado y cariño en su transcripción literal. El papel que dentro de su nave de cristal había completado esa breve singladura hasta Torquemada atravesando los años y las aguas del Odra y el Pisuerga, presentaba, en una letra aún en construcción y con algún resabio infantil (nos permitimos añadir alguna tilde omitida), el siguiente texto:
A quien le llegue esta botella (si es que le ha llegado a alguien), debe saber que fue arrojada en Pedrosa del Príncipe en el río Odra, el día de Navidad en el año 2010. Quien encuentre esto tendrá mucha suerte en su vida. El día de tu cumpleaños le tendrás que decir a una estrella: "Lindísima estrella, dime si deseo nos (sic) ..... (dos palabras imposibles de leer), pachín, pachán" y te concederá 3 deseos, uno será en la infancia, otro en la edad adulta y otro en la ancianidad". Si crees que esta carta te miente y que estás muy ocupad@ como para hacer caso, te despertarás sin ojos, sin brazos y sin piernas.
Si quieren saber más, envíen al C.P. Clarín de Xixón".
La referencia a Gijón le puso a Diego en la pista de mi hija Miranda, que estudio la Primaria en el colegio Clarín de esa ciudad.
Miranda lanzando la botella. |
Supongo que la excitación por recibir una respuesta al mensaje se evanecería esa misma tarde, cuando Mariángeles convocara a las huestes infantiles para ir ensayando el Festival de Reyes. Los afanes de la niñez son tan intensos como efímeros.
La botella no cruzó el Atlántico, tan solo pudo llegar hasta Torquemada, unos kilómetros aguas abajo. Pero terminó su navegación con el enorme éxito de ser rescatada por un ser humano y el venturoso azar que la ha hecho volver de donde salió.
Es imposible no figurarse las vicisitudes que correría en su navegación. Atascada entre los juncos, varada en las épocas de estiaje, arrastrada de nuevo por alguna de las grandes avenidas del río, tropezando por aquí y por allá hasta Juntalosrrios, sorteando la presa y el puente de Astudillo y el dique de Villalaco, contemplada con curiosidad por la inquieta fauna fluvial (peces, cangrejos, culebras y las muchas aves que anidan en las riberas), atrapada en el hielo en los gélidos días de invierno, reflejando el brillo del sol en los ardorosos veranos.
La botella comienza su singladura. |
Espero que quien la encontró haya sido prudente, haya pedido respetuoso los tres deseos a la estrella (por más que uno de ellos tenga que ser retrospectivo) y conserve sus ojos, sus brazos y sus piernas en buen estado y, desde luego, que tenga mucha suerte en su vida. Y también que esas bondades se extiendan a los intermediarios (particularmente a Diego) que nos han retornado el mensaje doce años después casi con la misma emoción con que lo hemos recibido.
A nosotros nos ha devuelto, por un instante, toda la ilusión y la magia de los tiempos de la infancia, y esa sí que es una experiencia imponderable.
Gerardo Manrique
Unos días después de publicarse esta entrada en el blog, y debido a los buenos oficios de Jesús Borro, apareció un reportaje en el Diario de Burgos inspirado en esta historia, debido a la pluma de la periodista Patricia Corral, que nos dedicó previamente una llamada telefónica. El artículo ha quedado muy bonito, bien escrito y muy bien compuesto, con la silueta de los ríos discurriendo entre las columnas y las letras colándose por el resquicio que dejan las fotografías. Desde aquí se lo agradezco mucho a los dos, y me permito insertar una imagen del artículo tal como ha aparecido en la edición impresa del periódico correspondiente al día 20 de abril de 2022.