Las actividades culturales que se realizan en cada uno de nuestros pueblos, pueden formar parte de un GRAN PROYECTO CULTURAL COMARCAL. Si las concejalías de cultura se coordinan adecuadamente impulsando actividades con objetivos e intereses comunes, podemos realizar un gran cambio cultural de beneficio para todos los pueblos de la comarca. Juntos podemos generar recursos culturales que generen rentabilidad económica, social y humanizadora. De esta manera estaremos contribuyendo a fomentar un futuro mejor para nuestros pueblos.
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Presentación:
Ahora que, tras las recientes elecciones, ya se han constituido las nuevas formaciones en los ayuntamientos de nuestros respectivos pueblos, me permito hacer unas reflexiones en voz alta por si algún político, nuevo o con experiencia, encargado del área de promoción cultural, sea del partido que sea, las quiere tener en cuenta para poder desarrollar un proyecto cultural comarcal.
Con el recurso literario de la entrevista, instauro un diálogo conmigo mismo. Mis inquietudes son las que formulan las preguntas. Mi pensamiento es el que responde con sus argumentos. Inquietudes y pensamientos van a la par. Espero que los lectores se hagan otras tantas preguntas y respondan añadiendo nuevos matices a mis respuestas, pero sobre todo, a quien corresponda en su ejercicio de la autoridad pública, le animo a que ponga en marcha muchas iniciativas para fomentar una cultura comarcal en nuestros pueblos de Castilla.
Vayamos por partes, pues, pienso que lo primero que hay que tener claro es un alto concepto de la cultura. ¿Qué es cultura, qué se entiende por cultura? Más de quinientas definiciones hay al respecto, pero yo me quedo con la cultura que se lleva por dentro, porque se vive desde dentro; aquella que no está solamente escrita en los libros, ni aprendida de memoria para superar unos exámenes que te dan acceso a un título académico o a una profesión. Yo ensalzo a la cultura cuando se la asocia a todas las acciones que promueven humanidad, en formas tan variadas que se adhieren a la vida en los aspectos más profundos de los individuos y de los grupos sociales.
¿Dónde está presente esa cultura?
Está en las manifestaciones culturales que dejan profundas huellas y, por eso, se reflejan en los vestigios del pasado, que tanto valoramos en nuestros pueblos como parte de nuestra historia.
Todo eso está también en las calles de nuestros pueblos con trazados singulares. Está en las construcciones de arquitectura local, adornando portales y ventanas. Está en los edificios, fachadas, corrales, vallas y lugares originales; en los sencillos monumentos conmemorativos; en escritos inéditos de nuestros abuelos, en las leyendas populares, en músicas y bailes arraigados al alma de las gentes, a su folklore, a sus cánticos corales, en la recuperación de juegos tradicionales, en la gastronomía casera…
Pues hoy está todo más organizado, la cultura en nuestros pueblos se promueve a través de los ayuntamientos, las asociaciones culturales, como las que componen la revista REGAÑÓN.
Se promueve en los miles de esfuerzos realizados para organizar grupos de teatro, cines, conferencias, charlas formativas, en los deportes, en los libros de las bibliotecas, en los cursos de talleres para manualidades, en habilidades artísticas y culturales.
También se transmite cultura en la organización de convivencias, viajes a otras tierras y excursiones a lugares de interés; lo mismo en la organización de acontecimientos, homenajes y celebraciones, fiestas religiosas y civiles…
¿Tan importante sigue siendo ese tipo de cultura?
Es muy importante lo que corresponde al ámbito cultural y por eso merece la pena todo reconocimiento hacia el pueblo. Y ¿por qué? Porque la cultura, vivida así, es un modo de alcanzar la felicidad, contribuyendo a dar respuesta a las grandes preguntas de la existencia.
La cultura hace más digna la vida de las personas y de los pueblos, desarrollando sus facultades y generando herramientas que favorezcan el fomento de mejoras sociales para el vecindario de nuestros pueblos.
Hay una cultura colectiva en nuestros pueblos, que está siendo descubierta por la gente de las ciudades, hartas de prisas, agobios, urgencias en busca de resultados inmediatos.
¿Esas ideas no son cosa de otros tiempos?
En los pueblos tenemos una cultura colectiva donde nos damos tiempo para hacer todo con sosiego, conjuntando la madurez y la serenidad. Aquí, a poco que uno ponga de su parte, se desvanecen las dificultades para convivir con los amigos, las pandillas, los pequeños grupos sociales de vecinos.
Las relaciones entre unos y otros pueden ser de mucha calidad cuando no se busca el tener por tener cosas sino el tener calidad de vida, calidad del ser. Todo esto, a la larga es muy rentable para la salud y la felicidad de uno mismo.
Hoy en día todo este modo de orientar la vida está en alza y está siendo investigado por pedagogos, sociólogos, médicos, antropólogos y está siendo recomendado a muchas personas que se han perdido por no tener estos referentes en las ciudades.
Llevamos muchos años esperando que alguien venga a darnos soluciones, porque no vemos salidas para reconvertir a nuestros pueblos en zonas productivas diferentes a la clásica agricultura y ganadería. Pero todavía estamos a tiempo para dar un giro sustancial, y eso está en manos de los que queremos a los pueblos, y también en manos de nuestros políticos de ahora y, por supuesto, de la capacidad de engendrar iniciativas conjuntas entre nuestros vecinos.
¿Pudiera ser la cultura comarcal uno de los elementos integradores que permitan un futuro esperanzador para nuestros pueblos?
Claro que sí. Estoy convencido. Desde ese concepto de cultura, nos podemos sentir excesivamente pequeños si lo queremos tener todo en cada uno de nuestros pueblos; pero si vamos avanzando en una cultura comunitaria con mentalidad comarcal, si vamos organizándola entre todos los pueblos vecinos, tendremos más poder de convocatoria y de acoger a las personas que quieran vivir de esta manera.
Todo eso creará nuevos servicios y demanda de nuevos trabajos que, junto a los tradicionales, regeneraría la vitalidad económica y social y nuestros pueblos se sentirán más protegidos y esperanzados.
En los barrios de las ciudades no tienen todo de todo. Sus habitantes se tienen que desplazar a las grandes áreas de servicios centrales. Nuestros pueblos pueden ser también como barrios que forman una misma ciudad donde haya de todo, si lo vamos construyendo poco a poco.
Todos los ayuntamientos, representados por las concejalías de cultura, deberían hacer todos los esfuerzos para llegar a un programa de consenso, elaborando conjuntamente un plan o proyecto cultural comarcal que tenga en cuenta este objetivo a corto, medio y largo plazo.
En él, cada pueblo debe tener su protagonismo diferenciado y peculiar, pero al mismo tiempo, dichas iniciativas, formarán parte del proyecto común que se desarrolle en toda la comarca; así será de beneficio para cada pueblo y también en su conjunto como comunidad comarcal.
La unión hace la fuerza. A ver si en estos cuatro años de nueva legislatura, gracias a la labor de las concejalías de cultura, conseguimos que los ayuntamientos respectivos promuevan la cultura comarcal para avanzar en este intento.
Pero, concretamente, ¿Cómo se llevaría a efecto?
Habría que efectuar un sondeo vecinal y comarcal, recogiendo iniciativas y sugerencias culturales. Para organizarse mejor, se pueden hacer grupos de trabajo, comisiones de investigación, cuadrillas de encuestas Una vez realizado el informe se lo llevarán a la corporación del pleno del ayuntamiento.
El grupo de concejales coordinador de la promoción cultural comarcal, estudiará posteriormente las propuestas. Con ellas se hará un proyecto conjunto distribuyendo lo que es propio de cada pueblo, y seleccionando las que van a ser iniciativas comunes.
Hay que implicar a instituciones políticas, financieras, sociales, recreativas, lúdicas, de ocio y tiempo libre… para respaldar los proyectos; pero también es muy importante involucrar a nuevas personas, voluntarias, que participen y se impliquen en la puesta en marcha del proyecto cultural, a pie de obra, en el día a día, para que lo vivan como algo importante, libremente elegido; personas convencidas de que este proyecto es de capital importancia y de beneficio para todos los vecinos de la comarca, pues nos estamos jugando, de alguna manera, un poco de nuestra permanencia en la escala alta del futuro.
Es importante definir los campos culturales específicos de cada edad: adultos, ancianos, niños, juventud, familia, visitantes, turistas… y promover actividades culturales adecuadas a los habitantes del lugar, y a las épocas de mayor afluencia de vecinos.
Es muy importante tener creatividad para inventarse nuevas formas de expresión que puedan tener continuidad y un alto grado de sorpresa y originalidad.
Para realizar esta tarea se necesita mucha gente, ¿de dónde la sacamos si en los pueblos nos quedamos vacíos?
Además de lo que se puede hacer desde la concejalía, y otras entidades del pueblo (Iglesia, casa de cultura, jubilados, etc.) hay que fomentar el apoyo a grupos culturales de otros sitios, a asociaciones y a otras entidades con autonomía propia, que, aunque no estén en el pueblo, se dedican a fomentar todos estos valores. El ayuntamiento aportará una base económica, ayudando a que los diferentes colectivos del pueblo y de la comarca, pongan en marcha sus inquietudes culturales para el bien de todos.
¿Qué te parece la idea de hacer un museo comarcal con una sala especial en cada pueblo?
Pues me parece una idea genial, siempre y cuando tuviera su parte siempre viva, es decir, en constante dinamismo para hacer estudios antropológicos descubriendo la vigencia de las tradiciones antiguas, recopilando las recetas gastronómicas propias de la zona donde están concentrados los aromas y gustos culinarios que conservan las señas de autenticidad.
A través del museo se pueden hacer concursos de juegos comarcales. Publicación de leyendas, poesías y narraciones; aprendizaje de labores de artesanía, talleres de manualidades, conocimiento de tradiciones familiares, trajes típicos, colección de fotografías de personas antiguas que han tenido una relevancia en la vida del pueblo, recopilación de herramientas de antiguos oficios agrícolas y ganaderos que son la transmisión de la cultura de nuestros abuelos a través de los viejos oficios y sus respectivas formas de vida.
Para ver el museo en su totalidad, hay que ir visitando pueblo tras pueblo, para disfrutar de lo específico de esas otras salas del museo. Esto favorece el interés por entrar en contacto con cada pueblo y también para valorar la realidad histórica y cultural de cada vecindario.
¿Modernizar nuestros pueblos es construir casas como los chalés de las ciudades?
No, por nada del mundo. Precisamente lo que se viene a buscar aquí es algo diferente, que nos desconecte de los referentes de la vida de las ciudades, incluyendo las casas. Tenemos que mantener y valorar los elementos propios de la arquitectura rural: hay que hacer un inventario de fachadas, rincones pintorescos como bodegas a la antigua usanza, ruinas históricas, portones, vallas, monumentos naturales, chimeneas, aleros, ventanales, arboledas…
Todo esto ayuda a retomar los valores esenciales del ser humano. En ello se disfruta de los pequeños placeres de lo cotidiano, de la sencillez de vivir y convivir haciendo con esmero el trabajo de cada día. Hay empresas que están asociando estos estilos de vida a sus obreros porque de esta manera producen con mayor calidad y felicidad, pues enferman menos.
Esto no tiene que estar reñido con las comodidades y reformas de las casas por dentro. En esta cuestión es importante que los ayuntamientos den facilidades y ayudas económicas a los vecinos para mantener por fuera, en buen estado, las construcciones antiguas, incluso ofreciendo, un premio anual a las iniciativas que más se hayan esmerado en promover estos aspectos.
Lo mismo digo para tener en cuenta el impacto ambiental, para salvaguardar lugares con una bella estampa en su conjunto como puede ser: el conjunto panorámico de la Iglesia y su entorno, el conjunto de las bodegas tradicionales del pueblo, el palacio o castillo, las plazas, monumentos, edificios y otros enclaves y paisajes parecidos, que por ningún pretexto deben ser sofocados por otras construcciones que impidan su visión de conjunto, o que rompan la armonía de líneas, impactando tan negativamente, que se deteriore para siempre una estampa sugerente, atractiva y única que dan esa belleza singular a cada rincón de nuestros pueblos, que ayuda a ensanchar el alma, que es lo que se viene a buscar.
¿La búsqueda de una cultura que ayude a la salud del espíritu incluye también un esmero por los ambientes saludables?
Ya lo decían los antiguos romanos: “mens sana in corpore sano”, una mente sana produce un cuerpo sano. Todo influye en el bienestar, todos los detalles obtienen una rentabilidad. Por eso hay que fomentar la limpieza de los campos, ríos, arroyos, fuentes, manantiales… del pueblo. Promover campañas de higiene y salud ecológica y personal. Poner papeleras en las calles, adecuadas al estilo del pueblo. Hacer posible que también en los pueblos se disponga del mobiliario para sentarse y puestos estratégicos para recoger la basura, los papeles, vidrios, pilas etc.
El aprovechamiento de los recursos naturales son también ofertas culturales saludables. En los pueblos tenemos que dar a conocer también lo que ofrece el campo en sí mismo en la adquisición de hábitos saludables, como trazando rutas que se puedan recorrer a pie o en bicicleta, en burro… marcar caminos para hacer senderismo, ofrecer viales para encontrarse con lugares pintorescos donde poder descansar, leer, pintar; señalar fuentes, construcciones históricas rurales, corrales, chozas de pastores, acceso a viejos molinos, cuevas, manantiales, fuentes; poner indicadores que ofrecen información sobre los pueblos de la comarca limítrofes con el camino de Santiago, invitar a recorrerlos dando a conocer su historia, los monumentos, el arte, las características propias.
Hay que preparar áreas o zonas de descanso en cada pueblo, para turistas, caminantes, donde se puedan colocar tiendas, tener acceso al agua y a un mínimo de elementos donde puedan hacerse la comida, asearse, ofrecer seguridad, buena acogida por parte de los vecinos.
Hay que hacer campañas de formación que promuevan este tipo de cultura para que la gente entienda su valor y se dedique a experimentar este estilo de vivir con la mayor naturalidad. Se necesita tiempo y paciencia, pero merece la pena.
Educar al vecindario a valorar estos recursos, fomentar el conocimiento y el valor que contienen nuestros pueblos y comarca, invertir dinero y poner ilusión en estos proyectos, es también una forma de crear cultura.
Epílogo:
Por eso estoy convencido de que nuestros pueblos tienen todavía unas posibilidades inmensas de oferta cultural.
Nuestras nuevas concejalías de cultura se tienen que hacer cargo de ello; si se reúnen para diseñar y promover proyectos comunes para la comarca, seríamos más eficaces a la hora de pedir subvenciones y ayudas a la administración o a los políticos de rango superior. Puede resultar difícil, al principio, la puesta en marcha de estas ideas o de otras parecidas, pero hay que verlo también como una tarea de aprendizaje democrático y de participación ciudadana, necesaria para fomentar lazos de cohesión y autonomía entre la población.
Fomentar este tipo de turismo cultural comarcal es dar vida a cada uno de nuestros pueblos, al mismo tiempo que ayudará a abrir las mentes de las personas, para que juntos avancemos en poner en marcha estrategias que adelanten un futuro mejor con unas señas de identidad propias de toda la comarca.
Mi deseo es que junto a este verano, tan fresquito y sano, más el otoño tan sereno y multicolor; unidos al invierno tan recio y profundo, hagan posible hacernos soñar con una nueva primavera para nuestros pueblos, donde a sus habitantes y autoridades les haga capaz de oxigenar y renovar las neuronas del pensamiento.