Cuando supe que todo eso ocurrió estando ella presente y que el fuego la había quemado parte de su cuerpo y sobre todo las manos, me entró un dolor en el alma.
Cuando hablé con Cari, su madre, y me explicó todos los detalles, incluso que el hecho de que su hija siga con vida se lo atribuyera a un milagro de la Virgen de la Olma, a la que tanta devoción manifiesta cada día, es ya para conjuntar todo lo anterior en una profunda emoción llena de misterio.
El caso es que Ascen sigue con vida y continuará siendo como siempre ha sido.
Hacía tiempo que quería dar a conocer el maravilloso mundo de esta joven mamá, ama de casa de hoy que, viviendo en un pueblo sabe desarrollar las cualidades humanas.
Ahora, con mayor razón, la presento en estas páginas como homenaje a todas las mujeres jóvenes que viven en nuestros pueblos, y, también, para animarla a salir de ese horroroso percance.
Esta joven mujer se llama Ascensión Fernández Rey. Es mi vecina y la conozco desde su nacimiento en Pedrosa del Príncipe. Sus padres: Porfirio, el Albañil, y Caridad Rey, recibieron una gran alegría al recibir la noticia del nacimiento de su hija en perfectas condiciones, que venía a sumarse a sus otros dos hermanos mayores.
Ascen, como la llamamos cariñosamente, aprendió de su hermano Miguel Angel la disciplina y el orden. De su hermano Santi la maestría del maestro. Aprendió de su padre la artesanía del oficio bien hecho; y aprendió de su madre la ilusión de vivir intensamente poniendo entusiasmo en lo que se hace. En definitiva: Ascen es una mujer activa con raíces bien asentadas como una roca en medio del oleaje del mar.
Está casada con Tasio, que es un gran muchacho de Astudillo y han formado una familia rodeados de sus dos hijos: El chico se llama David y la hija se llama Lidia. Los dos muy buenos muchachos y bien educados.
Ascen y Tasio viven felices como se puede vivir feliz en lo que cada uno entiende por la felicidad de cada día. A ellos se les ve radiantes con sus valores, satisfechos en su ambiente de amigos y de familia y, se diría, que no añoran nada de lo que tantas otras personas desean con la pretensión de aparentar que son de otra categoría mayor, rechazando lo que han sido fuertes cimientos a cambio de modos de vida que, como fuegos artificiales, son perecederos en un solo momento.
Pero, Ascen no es de esas personas que se pasan la vida encerradas en su casa quitando el polvo o sacando brillo a los muebles, ni tampoco se pasa los ratos pegada al televisor tragándose los culebrones, leyendo fotonovelas, o estando a la última con los cotilleos de la farándula nacional... Ascen, tiene las ideas muy claras y fluyen en esta entrevista realizada en momentos salteados de la vida.
Ascen, ¿qué significa para ti educar a tus hijos?
Bueno, es muy difícil, pero para mí significa poner interés en enseñarles los valores más bonitos de la vida: el amor a la familia, el trabajo bien hecho, la honradez. Es como ayudarles a descubrir en un paisaje, los grandes horizontes de la vida.
¿Es más fácil educar a los hijos en un pueblo o en una ciudad?
No, no creas. Hoy los niños en los pueblos tienen los mismos problemas que en las ciudades. Ellos salen todas las mañanas a clase a la ciudad. Se quedan allí a comer, vuelven por la tarde. Casi no tenemos tiempo para estar con ellos.
La ventaja que veo es que hacen convivencias con chavales de otros pueblos, se relacionan más, aprenden a convivir, viven una vida más sana, se invitan a las fiestas, así aprenden a llevarse bien con todos.
Pero, los pueblos han cambiando mucho. Ya no es como antiguamente. ¿Qué es lo que queda?
Bueno, todavía hay un ambiente muy sano y aprenden de las personas mayores que viven en el pueblo y que tienen una experiencia de vida cargada de valores muy buenos que aunque parezca que no lo hacen caso, son cosas que conocen y que se les quedan grabadas para el futuro.
Es verdad que a medida que pasan los años se muere la gente que tenía esa forma tan fenomenal de vivir. Ahora se nota mucho el individualismo, cada cual va a lo suyo. Se está perdiendo lo mejor de los pueblos, pero aún así, creo yo que hay aquí mucha más relación que en las ciudades.
¿Ahora que tus hijos son mayores, cómo te has organizado la vida?
Pues yo prácticamente la he tenido siempre organizada. Cuando mis hijos eran pequeños hacía mis tareas de casa y una vez que terminaba he hecho cursos de todo tipo para aprovechar el tiempo.
Hoy mucha gente de las ciudades dice que no tiene tiempo para nada, pero en los pueblos tenemos tiempo y lo organizamos de tal manera que nos permite ocuparlo de una forma creativa y formativa. Bueno, yo creo que va con el carácter de cada persona y las inquietudes que tenga, claro.
¿Querías buscar un puesto de trabajo aprendiendo una profesión?
No, nunca he pensado en ello. Siempre he pensado que la educación de mis hijos es muy importante. Mi marido es el que trae el dinero a casa y estamos de acuerdo en la educación de los hijos. Yo he hecho cursos no tanto en buscar un trabajo para ganar más dinero, sino pensando en el disfrute de aprender, de saber. Es algo que voy adquiriendo y nunca se sabe en el futuro cómo va a ser. Yo he tenido mis clases, he hecho mis exámenes, tengo mis títulos y ese conocimiento que he adquirido, el contacto con otras personas, el abrir la mente a otras iniciativas, me da mucha satisfacción.
¿Cuáles son los títulos que has sacado?
Tengo el curso de peluquería, de enfermería, de dibujo, pintura, manualidades de escayola, bolillos, marcos, voy a gimnasia, a escuela de padres. Cada año hay algo nuevo y yo procuro apuntarme a lo que me ayuda a estar al tanto de la vida. Siempre hay algo que aprender y algo que hacer...
¿De dónde sacas el tiempo?
Mira, a mí no me gusta quedarme quieta pegada a la televisión. Las telenovelas y esos programas de cotilleos me aburren y no saco nada de ello. Prefiero aprovechar el tiempo haciendo algo útil en las posibilidades que tengo en el pueblo. El ayuntamiento organiza cursos y muchas actividades a través de los centro de Educación (CEAS). Te ayudan mucho. Sólo hay que dar una cantidad de dinero como matrícula y el resto es todo gratis.
Y esos cuadros colgados en la pared... ¿Son tuyos?
Sí, hice un curso de pintura y a partir de ahí me puse a pintar algunos paisajes, bodegones, dibujos a plumilla. Siempre me ha gustado la pintura, pero nunca me he atrevido a pintar. Tengo algunas cosas por ahí que me las quitan de las manos mis hermanos y familia. Otros los regalo.
¿Has vendido algún cuadro?
No, no. Ni me lo planteo. Con hacerlos ya me doy por satisfecha. El valor que tienen es sentimental. Me llenan de satisfacción mientras estoy pintando. Me lo paso muy bien. Eso para mi vale mucho más que el dinero. Me siento creativa, a mi me sirven para expresarme, me siento con un estado de ánimo muy positivo y agradable. Me relaja y el tiempo se pasa volando.
¿Qué es lo que más te cuesta a la hora de pintar?
Lo que más me cuesta un poco es ponerme a pintar porque no tengo un habitación en casa donde pueda dejar mis herramientas de un día para otro. Siempre hay que recoger las cosas y volverlas a colocar para seguir otro día. Eso me da pereza y por eso no pinto tanto como yo quisiera, pero siempre puede la afición.
Hay quien dice por ahí que las mujeres de los pueblos están anticuadas, que se vuelven "marujas" del cotilleo, ¿Será eso verdad? ¿Qué opinas?
Pues no estoy de acuerdo. Las mujeres en los pueblos tenemos muchas posibilidades para desarrollarnos y aprender muchas cosas que nos sirven para tener más cultura. Hoy en día, sabiendo conducir el coche y con las distancias tan cortas que hay entre los pueblos y la ciudad, no hay ningún inconveniente para vivir en los pueblos, incluso con mejor calidad de vida que en una ciudad, pues la vida es más serena y los nervios pueden mantenerse más equilibrados.
¿Qué piensas de quien dice que las mujeres en casa no se realizan?
Que están muy equivocados. Nosotras trabajamos en casa porque la mayoría así lo hemos decidido, pero yo lo he preferido así para atender y educar a los hijos dedicándoles mi tiempo.
Pienso que quien trabaja fuera de casa también está bien, sobre todo cuando no hay más remedio porque hay necesidad o por otras razones válidas pero, cuando se trabaja tantísimo con la única intención de gastar más dinero en lujos, no compensa.
En casa hay mucho que hacer. Repartimos las tareas, pero también me queda tiempo para aprovecharlo en desarrollar las cualidades que llevamos por dentro; pero, como decía antes, hay que tener alicientes para ir más allá, pues, si no es así, aunque te pongan en bandeja todo lo mejor, nunca te animarás a hacer nada.
El peligro más grande para la mujer en los pueblos, en las ciudades y para cualquier persona, es que no tenga alicientes para superarse a sí misma. Me agrada la vida intensa y yo aprovecho las oportunidades que tengo en mi pueblo. Hoy podemos aprovechar el tiempo de tal manera que nos permita ocuparlo de una forma más creativa y productiva para crecer como personas.
EPÍLOGO:
Personas como Ascen hay en cada uno de nuestros pueblos y están contribuyendo a quitarnos los complejos de vivir en nuestros campos de Castilla.
Cada vez son más las personas que están descubriendo que nuestros pueblos ofrecen inmensas posibilidades de disfrutar de un estilo de vida, diferente al de la ciudad, aprovechando las comodidades de hoy y optimizando otras que solamente en los pueblos se pueden encontrar. Lo único que se necesita es educarse en esta sensibilidad para valorar las posibilidades.
Desde aquí, animo a mi vecina, Ascen, a superar este momento de la vida: ¡adelante, Ascen! Sé que no te gusta salir al público, pero esta vez no tengo más remedio, pues tu pensamiento, tus ilusiones, tu vida, tu experiencia, tus sueños, tus sentimientos, tu manera de ser…, pueden ayudar a mucha gente en otras situaciones parecidas a las tuyas..
Deseo que tus manos se curen pronto para que sigan expresándose en tus cuadros. ¡Sigue pintando cuadros! Tus manos están llenas de arte y seguirán moviendo con maestría los pinceles para pintar muchos cuadros; pues, todavía, te queda por hacer el mejor cuadro de tu vida que está llena de colores vivos, dibujando en ella la sonrisa del amor a los tuyos, y el arco iris del triunfo de tu gran voluntad, por haber superado, con ánimo y mucho entusiasmo, ese horrible accidente.
¡Enhorabuena, también, a todas las familias jóvenes que viven en nuestros pueblos! Merece la pena que muchos intentemos elevar el nivel cultural de nuestros pueblos, aunque haya que dejarse la piel en el intento, pero estoy convencido de que vale la pena.