Por Florentino Escribano Ruiz, publicado en el número 64 de Regañón, primavera-verano de 2008
Un libro con la historia del pueblo
Por primera vez se ha editado un magnífico libro con la historia de Pedrosa del Príncipe. Aún siento el latido de mi corazón emocionado, al tenerlo entre mis manos. Mi mayor consideración y agradecimiento a todo el ayuntamiento que, con Víctor Escribano Reinosa, como alcalde, ha hecho posible algo que parecía un sueño.
Atrás quedan otros sencillos intentos de algunas personas que también hemos demostrado nuestro cariño al pueblo: restaurando su patrimonio artístico, investigando en documentos publicados en fotocopias para algunos amigos; y también más recientemente dándolos a conocer aun público más amplio a través de los artículos de la Revista Regañón y en las modernas páginas de Internet.
Estoy seguro de que entre todos, cada cual a su manera, hemos contribuido a crear una mentalidad de cariño y valoración hacia la historia y las gentes del pueblo de Pedrosa del Príncipe, que hoy se ve recompensada al verla recogida en este histórico libro del pueblo, con una presentación digna de elogio.
Homenaje a los que se quedaron
Yo quisiera aprovechar este acontecimiento, para homenajear desde estas paginas a todas esas personas que se quedaron a vivir en mi pueblo y en los demás pueblos de la comarca; ellos han sido y siguen siendo los que mejor han conservado e impulsado la cultura y la historia que aún nos queda. De esta manera han contribuido a conservar nuestros tesoros artísticos y a elevar el nivel cultural de nuestras gentes.

En Pedrosa del Príncipe hay una persona que, para mí, tiene una trayectoria histórica incansable como animador o motor cultural del pueblo. Su paciencia, a prueba de bomba y, con una carga de generosidad que va más allá incluso de la grandeza del voluntariado, le hace ser un emblema significativo para mí. Se trata de mi amigo Félix Escribano Reinosa, conocido cariñosamente por “Felisín”. A él le dedico este artículo, sabiendo que me va a llamar la atención por ponerle en el candelero, pero también sé que me lo va a tolerar porque, como he dicho, en él quiero homenajear conjuntamente y sin diferencia a todas las personas que en nuestros pueblos y en la comarca, han puesto su ilusión y mucha dedicación, esmero y trabajo en promover la cultura en tiempos que no eran ni más ni menos difíciles que éstos.
Algunos recuerdos del ayer
Con Félix he vivido experiencias que forman parte de los mejores recuerdos de mi infancia: en los años 50 en la escuela de párvulos con Doña Eli; en la de los años 60 con Don Panta.
Con Félix he cantando en la primera coral del pueblo, dirigida magistralmente por el siempre admirado Jesús Vilumbrales, interpretando entre voces de niños y de adultos, la famosa Misa de Perosi.
Con Félix accedí a las primeras lecturas de libros que hablaban de grandes personajes españoles de la historia. Con él también viví algún susto en las aguas del río por bañarnos en sitios peligrosos donde no se hacía pie. Con Félix pasé grandes ratos en la plaza disfrutando de los juegos infantiles con la chiquillería de la calle la Rambla en las noches de primavera y de verano.
Con Félix he pasado buenos ratos en las tardes frías de invierno viendo las películas en el viejo cine parroquial y también, disfrutando con la recién llegada televisión viendo en el salón de su casa las aventuras del perro Rin-tin-tín y las marionetas de Herta Frankel con su perrita Marilín… Fueron, todas ellas, sensaciones maravillosas que me encendieron nuevos descubrimientos y alicientes para encauzar la vida con horizontes diferentes a lo que se acostumbraba, por entonces, en el pueblo.
Muchos niños de aquella época empezábamos ya a valorar mucho más la apetencia por la cultura de los libros, que por aquellos duros trabajos de labranza. Y así fue como también juntos, Felíx y yo emprendimos la aventura de examinarnos, por libre y en un día, de todas las asignaturas de Ingreso y de Primero de Bachiller en el Instituto "Cardenal López de Mendoza" de Burgos. Para mí, aquel día fue un día agotador, pero también un día de novedades y de retos que marcaron un rumbo imparable en mi vida, como si fuera el agua de un manantial que echa a andar por la corriente de un río en constante caminar hacia un horizonte tan grande como el mar.
Con el transcurrir de los años cada cual define su propia vida. Félix se asentó en el pueblo. Yo seguí por otros mundos en la corriente del río; pero en mis regresos al pueblo volvía a encontrarme con iniciativas de nuevos proyectos culturales y de mejoras para el pueblo. Allí estaba metido el bueno de Félix como motor de actividades culturales de todo tipo: el viejo y primer Teleclub, el nuevo centro cultural, las obras de teatro, la coral de música, excursiones, los bailes regionales con el traje pedroseño; las fiestas patronales, los festivales en vacaciones, las cabalgatas de reyes, las charlas culturales, los cursillos para aprender nuevas técnicas y cultivos… moviendo los papeles de la burocracia para recibir una subvención o para convencer a una compañía de artistas que hicieran su espectáculo en el pueblo con la misma categoría como en la ciudad.

Es lógico pensar que al lado de Félix había muchas más personas, sin las cuales no hubiese sido posible realizar lo proyectado; pero, permitidme que yo le ponga a él como cabeza de pelotón ciclista que impulsaba a todo el equipo a seguir en la ruta trazada, sin descanso, hasta llegar a la meta.
Creo que Félix se merece la consideración más distinguida como promotor de cultura, por su trayectoria totalmente altruista demostrada a lo largo de tantas décadas, a pesar de ir comprobando cómo iba disminuyendo la población hasta el extremo de quedarse vacías las escuelas. Todo ello, junto a otras personas muy conscientes y llenas de un espíritu animador que mantuvieron viva la llama de la ilusión en unas generaciones que, durante unas décadas, hicieron de Pedrosa del Príncipe un pueblo lleno de vitalidad. Juntos impulsaban iniciativas que se adelantaban a los tiempos y que, a su vez, se extendían y continuaban abriendo brecha también en otros pueblos cercanos.
Mi voz y este escrito, por si tú también lector de Regañón quieres unirte, expresan mi reconocimiento a Félix y, junto a él, también a todas las personas que en aquellas décadas de los años 70, 80 y 90 escribieron en su corazón y en el de tantas personas, las páginas más actuales y vivas del libro de la historia de nuestro querido pueblo. ¡Mil gracias a todos!
Félix vive ahora en el pueblo de al lado, en Castrogeriz, pero desde allí sigue en constante conexión con su pueblo.
Me encuentro con él en una tarde de verano del 2007. Una casualidad hace que ambos coincidamos en un mismo lugar. El sol calienta mansamente. Algunas nubes blancas destacan en el inmenso cielo azul de Pedrosa del Príncipe. Una brisa de aire fresco corre por la calle. Huele a tierra mojada proveniente del riego de la finca de remolachas del Palacio.
Hablo con Félix de todo un poco. Os transcribo a modo de entrevista, algunos de sus pensamientos cuando todavía no teníamos ni idea de la publicación del libro; pero se intuyen las inquietudes que ambos llevamos por dentro.
¿Cómo ves, Félix, en la actualidad, el patrimonio cultural e histórico del pueblo?
Hay que cuidarlo mucho. Son nuestras señas de identidad y es lo que vienen a buscar los de las ciudades. Tienen nuestros pueblos un encanto que no se encuentra en la ciudad. La cultura campesina ha desaparecido o está a punto de desaparecer y es lógico que nos vayamos actualizando a los nuevos tiempos, y que en los pueblos dispongamos de las comodidades y buenos servicios de la ciudad, pero siempre nos quedará lo peculiar del pueblo con sabor a pueblo... eso solo se disfruta cuando se vive en él o se mantienen lazos afectivos hacia el pueblo.
¿Ves útil hacer una asociación de jubilados uniendo todas las asociaciones de los pueblos?
Sí, es importante, pero es algo que ya se da ya de hecho, pues la comarca funciona como una unidad de servicios. En los pueblos lo que más necesitan los jubilados son infraestructuras para cuidar la salud. Necesitamos un centro social para solucionar problemas de la gente que vive sola por cualquier motivo.
Construir residencias o centros terapéuticos para jubilados, ¿puede ser una solución para nuestros pueblos?
Bueno, las residencias están bien y funcionan, pero cuando una persona va voluntariamente, sin normas ni nada que agobie. Es importante ofrecer lugares donde se esté bien acompañado, que puedas comer y estar bien atendido con personal cualificado. Algo así como un centro de día no sólo por cuestión de vencer la soledad, sino también el frío, el salir de casa, la compañía… eso es otra cosa.
¿Y lo ves eso posible en el pueblo, tal como está hoy?
La adaptación de los locales es cara, el personal cualificado es muy costoso de mantener; bueno, se puede estudiar a ver qué pasa con el tiempo.
¿Qué futuro tiene un pueblo con gran mayoría de jubilados?
Pues no lo sé. Hay que ver que antes había mucho trabajo para una población estable que hacía siempre lo mismo y no se producían alteraciones con tanta rapidez como ahora. La mecanización del campo frena la mano de obra. Seguimos teniendo grandes posibilidades con la agricultura, el sol, el viento, la naturaleza, la tranquilidad, una vida sana… pero no sabemos cómo hacerla rentable todavía.
¿Qué rentabilidad tendrían todas esas iniciativas para el futuro, cómo generar ingresos?
El sol nos puede dar productos de calidad más que de cantidad. Hay que abrir nuevos mercados y arriesgarse a nuevos productos agrícolas, pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Hace falta alguien más que las personas del pueblo.
La energía solar y eólica puede ser rentable para las grandes empresas, pero hay que conseguir la rentabilidad individual para la adaptación a los tejados de nuestras casas para el consumo de energía propia, en naves agrícolas, ganaderas, casas rurales. También hay que promover excursiones, rutas turísticas. La caza es otro recurso pero no se cuida.
¿Cómo concienciar a las personas para que se queden o vengan a vivir a los pueblos?
Hay una fórmula mágica que es dar dinero fácil; pero a la larga es un engaño pues, antes o después, te lo deducen de la declaración de la renta. Los complementos del jubilado no dan puestos de trabajo estables.
Actualmente no se potencian las posibilidades que hay en los pueblos o se piensa que son pocas las ventajas económicas que hay en la promoción de la vida en los pueblos.
¿Cómo rentabilizar los bienes económicos que tenemos a disposición en los pueblos?
Tenemos que hacer algo para convencer a la gente de que promover cosas en los pueblos es posible; pero es muy difícil y muy lento. Hay proyectos europeos que se pueden financiar con dineros comunitarios para gestionarlo, pero se necesita aunar muchos esfuerzos. La gente que lo quiere promover no ve apoyos y a un cierto punto se agotan. Es como luchar contra gigantes imposibles de doblegar.
¿Es cuestión más de mentalidad que de dineros?
Sí, creo que sí. No nos convencemos fácilmente. La mentalidad no cambia con tanta rapidez como la tecnología. Lo que se hace es casi siempre por iniciativa individual, pues abunda la mentalidad individual más que la colectiva. A lo mejor en otros sitios te animan más a ser emprendedores. Por aquí no te animan. Las ideas se critican negativamente. A veces son hirientes. Las iniciativas se mueren muchas veces por el qué dirán. Hay que pensar que al principio es molesto, pero luego todo el mundo está contento y luego se olvidan los sinsabores. Es verdad que eso sucede y dan ganas de tirar la toalla, pero el que está convencido sigue adelante.
El tener un diputado provincial del pueblo, ¿mueve los hilos?
Es muy importante disponer de todas las ayudas que puedan empujar hacia el futuro mejor para todos, pero hay que convencerse de que el futuro del pueblo no está solo en los individuos, sino que también se mueve desde los estamentos, ayuntamientos, asociaciones, etc. Hay unas iniciativas que si no se mueven desde arriba nadie las puede realizar. Los elementos dinamizadores de los pueblos están en la Diputación, pero todos nos necesitamos. Es bueno que las propuestas de mejora partan de una colectividad que arrastre, pues estos proyectos son cosa de todos y hay que estar convencidos de que algo es maravilloso para querer implicarse. Ahora tenemos de todo, un pueblo mejor, pero en situaciones de futuro precario.
¿Volverían a los pueblos los que se fueron?
No, por ahora, creo que no. Hay todavía una mentalidad que piensa que vivir en un pueblo es algo de segunda categoría. Hay que cambiar esa mentalidad para que vuelvan. Todo se andará, cuando mejoremos nuestros pueblos.
¿Vendrá gente de fuera a repoblar nuestras tierras?
Tampoco. Es difícil, por ahora. No hay matrimonios jóvenes. No hay niños nuevos. Las escuelas están vacías. Los programas europeos de desarrollo no se activan. Hay que implicarse mucho más entre todos.
Y los inmigrantes, ¿vendrán a vivir entre nosotros?
No hay grandes proyectos en agricultura ni en ganadería. Con lo que tenemos ahora no se precisa mano de obra. Esto está muy parado. Para generar mano de obra hay que ser más emprendedores. Llegará si alguien lo promueve.
¿Todavía estamos a tiempo para que esto no se caiga? ¿Cómo empezar?
Empezar por el individuo, el pequeño grupo, el pueblo, la comarca… todos tenemos que empezar a la vez. Hay que crear ilusión y mano de obra; disponer de enlaces por carreteras rápidas, servicios de salud y accesos a las tecnologías y medios de comunicación, atraer a gente temporalmente ofreciendo alicientes gastronómicos y lúdicos, crecer en conciencia de comarca, sacar beneficios para todos.
EPÍLOGO
Me despido de Félix. Ha sido un placer hablar de nuevo con una persona que piensa lo que dice y dice lo que piensa.
A Félix le pega muy bien aquello que tantas veces hemos oído entre los consejos educativos que nos daban nuestros antepasados cuando nos decían que quien siembra recoge. Otros pensadores han desarrollado la idea y nos dan las pautas para hacerlo realidad si seguimos estas indicaciones: siembra un pensamiento y recogerás un deseo. Siembra un deseo y tendrás una acción. Siembra una acción y recogerás una costumbre, siembra una costumbre y abrirás el futuro hacia un buen porvenir.
Félix ha sembrado muchas inquietudes llenas de pensamientos. Algunas ya han dado sus frutos. En otras, los frutos llegarán más tarde para un futuro mejor de nuestros pueblos.
Ahora, Félix, desde Castrogeriz no olvida sus raíces, ni la casa donde creció, ni la plaza donde jugó con los amigos de aquellos años de infancia. Ahora, con Blanca, su esposa, comparten juntos los mismos ideales y disfrutan alentando las iniciativas de las asociaciones de la comarca.
No os canséis de seguir promoviendo esta labor cultural, tan callada y poco recompensada a corto plazo, pero tan llena de esperanzas para un futuro mejor.
Es ese vuestro mérito y por eso os valoramos y os decimos que merecéis todo reconocimiento. El mío ya lo lleváis por delante.
Con publicaciones de libros sobre nuestros pueblos o sin ellas, sigamos todos promoviendo este tipo de cultura que queda escrita en las páginas de la vida de las personas tan entrañables que hay en nuestros pueblos.