jueves, 30 de diciembre de 2021

Las bodegas de Pedrosa del Príncipe

Por Florentino Escribano Ruiz
publicado en el número 44 de Regañón, agosto de 2002

Con el verano las bodegas de nuestros pueblos recuperan la alegría escondida durante los meses del frío invierno.

Imaginar un pueblo sin bodegas es tan difícil como imaginar a una novia sin traje de bodas... aunque, quizá hoy, ya no sea tan difícil, pues observo que, salvo excepciones, las bodegas de ahora las están vistiendo con trajes muy extraños, y es que, fácilmente, como ya sucedió con otras construcciones, se puede caer en el error de creer que lo más novedoso y reluciente sea la mejor señal del anhelado progreso.

Yo lo noto cuando me paseo por las bodegas de mi pueblo. Un vistazo a algunas de sus nuevas fachadas, sus tejados, chimeneas, puertas, ventanas, materiales, antenas, postes de luz, escombros, basuras por doquier, peligros... confirman mis apreciaciones.

Un mal entendido concepto de progreso, que arrasa con todo lo antiguo ha llegado también a estos rincones de las bodegas de nuestros pueblos, que durante tantos siglos han guardado su mejor estampa para el disfrute de la posteridad. 

Todo está quedando más bonito que antes -dicen algunos- y con muchas comodidades, -dicen otros-. ¿Hay algo de malo en todo esto? 

Aquí no se trata de definir lo malo y lo bueno, ni de meterse contra nadie. Aquí se trata de reflexionar sobre lo que está pasando en nuestros pueblos: con las bodegas como conjunto paisajístico y con otras construcciones como fachadas, ventanales, portones, chimeneas, chozas, palomares, aleros calles... pues son los tesoros que embellecen a nuestros pueblos configurando el entorno paisajístico y cultural insustituible.

¿Habrá intereses ocultos, por los que se nos permite que desaparezcan las construcciones peculiares de nuestra comarca, mientras que en otras zonas, mejor consideradas, se recibe dinero para incluirlas como ofertas turísticas? 

¿Estamos condenados a ser cementerios de residuos nucleares y, por eso, no se defienden ni se promueven nuestras riquezas paisajísticas originales? 

Esto no significa que no tengamos derecho a mejorar nuestras construcciones antiguas, pero en todo ello debe existir un criterio y un sentido de la estética para armonizar las necesidades nuevas sin perder la originalidad de lo antiguo, pues, de otra forma, perderemos las señas de identidad de nuestros pueblos y se quedarán tristes sin gentes que vengan a vernos.

Confieso que no me atraen las bodegas por el  vino, pero sí aprecio el paisaje de su conjunto, el espectáculo de colores que se divisa desde allí, el aire fresco y limpio, lo exótico de sus rincones y sobre todo las formas de relación humana.

A mi mente acuden recuerdos entrañables de una época pasada, donde he vivido mi infancia asociada a las bodegas porque allí se festejaban los grandes acontecimientos familiares: cumpleaños, meriendas de homenaje a los tíos que venían de la capital, a los hermanos que se iban, fiestas religiosas, descansos del verano... Son señales de humanidad que aún hoy continúan entre los que allí se acercan.

En las bodegas de Pedrosa del Príncipe es muy frecuente escuchar una de las frases que mejor expresan la hospitalidad de este pueblo: ¡Eh, toma un trago! 

Desde las líneas de este artículo yo también te invito a un trago literario, con la mejor intención de que te caiga bien y disfrutes un rato. 

Primer trago: DE CÓMO QUITARSE LAS PENAS

Las bodegas de Pedrosa del Príncipe están situadas en un alto o "cotorro" que lo llaman "quitapenas". Dicen algunos que cuando se sube al "Cotorro Quitapenas" todo se transforma. Se entra en otra realidad. 

Todo es fiesta, la gente se vuelve más cordial, las invitaciones son constantes muestras de cortesía y compañerismo. Da lo mismo llevar un mendrugo de pan que un gran festejo a base de grandes meriendas con parrilladas de chuletas de cordero, la tortilla, el queso, el chorizo y el buen jamón, acompañados con el fresco vino que sale de las cubas o "carrales", como se dice en el pueblo.

Cuando se está en buena compañía se quitan todas las penas, aunque sólo sea un instante y la procesión siga por dentro.

Segundo trago: DE CÓMO MANTENERSE EN LAS SANAS TRADICIONES

La tradición de subir a las bodegas es tan antigua como el mismo pueblo. En otros tiempos era la única manera para contarse los secretos de las pandillas, y ponerse al día en el noticiario local.

No podía haber fiesta que se preciara sin tener una merienda en las bodegas. Fiestas locales, encuentros de familiares lejanos que regresaban al hogar en vacaciones. Cumpleaños, aniversarios, terminación de las faenas del campo... todo tenía que tener una celebración gastronómica y festiva en las bodegas del pueblo.

No podían faltar los caracoles, cangrejos, el pollo de corral, la tortilla de patatas, latillas en conserva, aceitunas, el conejo y las chuletas al ajillo... Todo es válido para hacer una fiesta de familia, comiendo las tajadas con las manos y chupándose los dedos de regusto.

Cuentan que hasta los más finolis, que venían de la capital, y los niños que tenían problemas para comer, se transformaban y se unían a la magia de la merienda compartida, sin más escrúpulos  que los que cada uno pudiera tener en su propia conciencia, que esos sí que son malos, pero que en ese ambiente de familiaridad desaparecían por las artes misteriosas de la buena compañía.

Tercer trago: DE CÓMO LOS CAMBIOS NOS CAMBIAN

Durante muchos siglos las bodegas se han mantenido intactas, tal como las excavaron a mano nuestros antepasados. La luz de las velas o el candil era la única compañera al caer la tarde. En ese ambiente de penumbra, surgía espontaneo el chiste, la canción y hasta la confidencia más íntima.

Pero el tiempo no pasa en balde y también las bodegas se tienen que actualizar y mejorar por dentro y por fuera. Y así se ha hecho.

Hoy las bodegas son como casas del pueblo y se las llama merenderos. Algunas tienen distintas dependencias, dormitorio, tresillo y todas las comodidades de las casas. Ya hay luz eléctrica, armarios, frigoríficos y hasta microondas.

¡Es el progreso, dicen algunos. Es el dinero dicen otros. !Total, ¿a ti que te importa? Yo hago lo quiero con mis cosas y nadie tiene por qué meterse en mi vida.

¡Cada cuál con lo suyo hace lo que quiere! 

Es lógico y es ley de vida ir al compás de los tiempos, pero teniendo en cuenta en las  varias reformas no sólo los detalles de dentro, sino también los del entorno común.

¿Cómo compaginar lo antiguo y lo nuevo?

¿Cómo armonizar la comodidad sin romper la magia de sus rincones, puertas, chimeneas, piedras, cerraduras, lagares, candados, fachadas, arboledas... que son la esencia de los parajes más originales del pueblo?

Nuestros ayuntamientos también tienen que cambiar y empezar a valorar y a tener en cuenta que todas estas cosas, por pequeñas que sean, tienen una historia incomparable. Ellos tienen que promover la vida de los pueblos impulsando en verano programas de ocio y tiempo libre como las rutas de senderismo rural hacia manantiales, chozas, antiguas fuentes, rutas a los pueblos cercanos...

Los ayuntamientos tienen que promover iniciativas culturales, deportivas, intercambios lúdicos, parques preparados para acampar, ríos sanos con pesca, paseos con arboledas, la gastronomía casera, la buena acogida, limpieza, vigilancia, productos artesanales, casas rurales... son detalles que atraerán al visitante a nuestros pueblos dándoles vida, color, interés, turismo, puestos de trabajo, dinero, futuro...

Nos toca a todos arrimar el hombro, tomar conciencia de lo que tenemos, valorándolo y cuidándolo para provecho y beneficio común, pues,  de otra manera, nosotros mismos estamos sentenciando a nuestros pueblos a desaparecer ante nuestras narices y sin hacer nada, o no lo suficiente, para remediarlo, antes de que sea demasiado tarde.



Cuarto trago: DE CÓMO SE PIERDE Y SE ENCUENTRA LA LUCIDEZ

La gente ha hecho de buena fe lo que parece de beneficio para su propia bodega, pero como no hay ningún proyecto de conservación, quizá ocurre que la lucidez  no sea la suficiente, y por eso, nos ocurre que no se valora lo que tenemos en casa, hasta que se pierde.

Pero, de nuevo, se puede encontrar la lucidez cuando los vecinos y las autoridades defienden el patrimonio común, aplicando las normativas correspondientes, impulsando iniciativas, ofreciendo ayudas... para así  evitar el deterioro ambiental en el conjunto paisajístico de ese lugar tan emblemático.

Es una pena que el "Cotorro Quitapenas" pierda su encanto original y que más se parezca a un poblado desorganizado, lleno de suciedades, basuras, escombros, plásticos, latas, botellas, cristales, bodegones que son trampas bajo los pies...que a un cerro gratamente bello y sorprendente.

Quinto trago: DE CÓMO "IN VINO VERITAS" Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES

Hay que destacar también, con toda verdad,  que algunos han hecho reformas con muy buen criterio y belleza en detalles. Animamos a seguir esos  ejemplos.

Propongo que se haga un proyecto general de embellecimiento de las bodegas y pedir un dinero a la Junta de Castilla y León para que al mismo tiempo que se hacen merenderos confortables, se mantengan también los pocos rincones que todavía están intactos y que son los que embellecen el paraje y donde se puede leer nuestra historia, pero... ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Sexto y último trago: DE CÓMO TE PUEDES "PONER MORAO" SIN ESTAR "MORAO"

Con esa misma dosis de sensibilidad que se pusiera, con ese mismo amor que se tiene a la propia bodega, y ese trato de mimo para hablar del vino, todos saldríamos ganando y, hasta los de fuera nos admirarían por haber respetado y al mismo tiempo modernizado y embellecido nuestro "Cotorro Quitapenas".

Pero si por desidia, por ignorancia, por falta de visión de futuro de nuestros políticos de turno o de los propietarios... si por no aplicar a tiempo medidas de protección razonables... si, por la razón que sea, destruimos nuestros monumentos paisajísticos que deberían ser declarados, en su conjunto, como monumentos de interés paisajístico-cultural...

Si entre todos: vecinos, propietarios,  asociaciones culturales, autoridades... no hacemos algo organizado para salvar el paraje de las bodegas... estaremos acelerando su desaparición lentamente y, una vez perdido, ya no  tendrán ningún remedio.