Significado de "aquellos viejos trozos de madera carcomida..."
El eco de la Semana Santa resuena en los campos de la meseta castellana y me indica que es tiempo de procesiones. Aquellos viejos trozos de madera, pintados y con carcoma, son la expresión de corazones solidarios, alentados por la fe que habitaba en las interioridades de nuestros antepasados.
Imaginería religiosa
Raro es que en nuestros pueblos de la comarca no se exhiban por sus calles alguna de esas imágenes antiguas que, durante el resto del año, quedan recogidas en algunos de los maravillosos retablos de nuestras majestuosas iglesias. Si agrupamos la abundancia de imágenes que hay en nuestras iglesias, reuniríamos también las claves interpretativas para comprender la mentalidad del pasado con el fin de descubrir la señas de identidad que han forjado nuestra cultura.
En casi todas de nuestras iglesias hay representaciones de Cristos crucificados, atados a la columna. El Ecce Homo, el Cristo Yacente, el Resucitado, la Virgen Dolorosa, Viacrucis de piedra., procesiones del encuentro...
La gente que queda en nuestros pueblos, disfruta y expresa los buenos sentimientos de una devoción que aprendieron de pequeños. Los turistas y visitantes sacan fotos buscando el rincón artístico para captar el ambiente ancestral que envuelve a cada procesión. Los hijos del pueblo, que regresan al hogar de la casa paterna, vuelven a descubrir sus raíces ocultas, que les identifican con la sociedad de procedencia, aunque sus modos de vivir y de pensar, lejos de ese ambiente, ya no tenga casi nada que ver con todo lo que se expresa en aquel acontecimiento.
Estas cosas y otras muchas más, me hacen constatar que sigue habiendo algo misterioso en esos eventos religiosos, que van mucho más allá de la contemplación emotiva de los viejos ritos de épocas lejanas.
Aquellas viejas imágenes que salen en procesión por las calles de nuestros pueblos; aquellas tallas que hoy son viejos trozos de madera, pintados y con carcoma, por muy deteriorados que estén, son la expresión de una época en la que la bondad de nuestros antepasados se alimentaba de la fe cristiana para impulsar proyectos de humanización en favor de las capas sociales más desfavorecidas.
Las creencias y su significado
Es verdad que en aquellos siglos de pensamientos monocolores, todo giraba, en gran parte, alrededor de las creencias religiosas; por obligación. Pero es verdad también que hoy, como ayer, todas las personas, sin excepción, configuran su vida y su cosmos existencial, entorno a sus múltiples creencias ideológicas de diferentes procedencias, inclusive antirreligiosas, generando con ellas liberación, dependencia, dignidad del ser, materialismos...
Por creencias, en sentido amplio de la palabra, se entiende todo aquello que uno acepta para sí mismo como bueno, porque le convence, le da seguridad, suerte, confianza, agrado... esté o no esté científicamente demostrada su existencia. Hay creencias pedagógicas, éticas, sociales y morales, de fortuna o de fracaso, de optimismo y pesimismo...
Los antropólogos y buscadores de huellas del pasado no se conforman con encontrar huesecitos o restos de cimientos de unas casas, sino que su tarea no termina hasta que consiguen interpretar el sentido de los vestigios hallados, a veces en trozos de madera mal pintadas y carcomidas, preguntándose: ¿Qué significado tiene, quién vivía ahí relacionándose con ellos, por qué las personas de esa época estaban organizadas de una manera o de otra? ¿A qué obedecen esos restos hallados en una disposición determinada?
Todo en la vida tiene un sentido que va más allá de lo visual, de la decoración, o del simple pasar el rato para que la vida no sea tan monótona y aburrida. Todo tiene un sentido más profundo y hay lenguajes simbólicos que consiguen transmitirlo. Por ejemplo: las pinturas de animales plasmados en las rocas prehistóricas respondían a un deseo de comunicación previa con el animal que iba a ser cazado.
Todas las creencias implican relación a algo que trasciende la vida cotidiana. Unas pueden ser de evasión alienante para los individuos y las masas; pero esas no dejan ninguna huella para el futuro. Otras, pueden ser creencias transformadoras que impulsan realidades humanizadoras, y esas sí dejan huellas de bondad y bienestar pues desarrollan a las personas y a las sociedades que las impulsan.
Entre las muchas creencias transformadoras y liberadoras están también las creencias religiosas de nuestros antepasados que, en nuestros pueblos, a su manera, con cofradías y ermitas, con hermandades y devociones, con sus imágenes de santos de madera descolorida y carcomida por el paso de los siglos, han sido capaces de dejarnos sus pensamientos más nobles.
Esas imágenes que hoy consideramos como obras de arte, no son sólo expresión plástica de estética, belleza y armonía, sino documentación histórica de unas huellas humanizadoras imborrables, pintadas al calor de las tiernas entrañas de aquellos hombres y mujeres de nuestros pueblos que en sus vetustas imágenes nos han dejado sus señas de identidad. Gracias a ellas, todavía hoy, podemos observar el inmenso caudal de solidaridad que corre como cauces de ríos por los poros de las maderas carcomidas; poros que van llenos del color rojo como la sangre que empujaba los corazones solidarios de nuestras gentes de antaño.
Fueron muchas las cofradías o hermandades que reunían a personas, de una índole y de otra, en estos colectivos socializadores que, sin ánimo de lucro, formaban verdaderos equipos donde la convivencia humana se tornaba en apoyo y solidaridad. Cada una de ellas tenía su imagen sagrada, su capilla de devoción, sus estatutos, sus obligaciones, sus obras sociales.
A tenor de mis investigaciones, en los libros de fábrica de la iglesia de San Esteban Protomártir de Pedrosa del Príncipe, he encontrado las que a continuación refiero:
1.- La Cofradía del Nombre de Dios, existente desde el año 1551.
2.- La Cofradía de San Miguel, citada en el año 1551 y también en el año 1640 ...siendo Antonio Toledano cura y beneficiado abad de la cofradía.., la cual se vuelve a citar en el año 1653 y en el 1698.
3.- La Cofradía de la Vera Cruz de Pedrosa del Príncipe, de la que hay constancia escrita desde el año 1551 hasta nuestros días.
En el año 1640 es abad de la misma "el licenciado José de Villalaco, cura y beneficiado de esta iglesia". En el año 1653 "fue visitada por el obispo canónigo magistrado en la iglesia colegial de Santa María del Manzano extramuros de la Villa de Castrojeriz y vicario de ella y su partido".
La organización y obligaciones de los cofrades de la Vera Cruz son las siguientes:
1.- El Abad nato es el párroco.
2.-Tanto el primer mayordomo como el segundo, son elegidos por los hermanos de la cofradía.
3.- Todos los hermanos tienen obligación de asistir a los entierros.
4.- Obligación de asistir a Misa y vísperas en sufragio de algún hermano.
5.- Tienen que arder 12 luces.
6.- Si fallece una persona que no es hermano de la cofradía, se pueden hacer las actividades anteriores, pero no se puede tocar la esquila.
7.- El primero y segundo oficiales llevarán en las procesiones una insignia y una vela.
8.- Cuando algún hermano esté moribundo se llevará el viático con las velas encendidas.
9.- El refresco anual es por cuenta de la cofradía el día 2 de Mayo, pero sólo se pueden tomar cuatro tragos. Si alguien no lo cumple habrá multas.
En el año 1884 había 281 cofrades, únicamente varones. En el año 1902 se refleja el crecimiento conseguido a 387 cofrades, pero también se aclara que son únicamente de hombres.
4.- La cofradía de San Cebrián, también hay constancia por las anotaciones en algunos libros de fábrica, pero no se dice nada de ella.
5.- La Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción, con datos desde 1551.
En el 1640 se escribe de ella que "El presbítero José de Villalaco, cura beneficiado en la Iglesia del Señor San Esteban de Pedrosa y Abad de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción, mandó 50 reales para Misas... y así mismo la dicha cofradía tiene la obligación de dar al dicho cavildo dos reales a cualquier pobre que muriese en el ospital de dicha villa".
Esta cofradía dispone de "Ganado ovejuno que dejaron para que se atendiera a los pobres del hospital", y "queso para la hermandad de la Concepción".
La vida de esta cofradía continuó en siglos posteriores, dado que en el año 1659 se dice de ella que "se reparó el tejado de la capilla de Nuestra Señora de la Concepción y se pidieron licencias para otras obras."
En el 1666 se pone una vidriera en la Capilla del mismo nombre. En el año 1668 se vuelve a hablar de esta cofradía y ya en el 1726 se escribe que hubo una reunión "en la casa propia de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción, sita en esta villa de Pedrosa del Principie a 10 días de este mes de marzo del año 1726, estando los señores de justicia y regimiento y vecinos participantes de ella, juntos".
6.- La Cofradía del Nombre de Jesús. Se habla de ella en el año 1640 y se tiene constancia de que fue visitada por el obispo en 1653.
7.- La Cofradía de San Sebastián. Se tiene constancia de ella desde el 1640 y más adelante en el 1653. Se dice de ella que "hagan procesión el día de San Sebastián, Trinidad y San Roque".
8.- La Cofradía del Rosario. Se habla de ella desde el año 1640, y en el 1653; también se cita en el 1666 con motivo de "colocar una vidriera" en la capilla del mismo nombre.
Otras cofradías existieron al mismo tiempo que las citadas anteriormente, a tenor de lo que se cita ya en las recaudaciones de ingresos económicos recogidos en los libros del año 1551 donde se nombran también a la Cofradía de las ánimas del purgatorio y a la Cofradía del Nombre de Dios.
Es de destacar que tanta abundancia de Cofradías era un lujo para un pueblo de una población más bien escasa. Pero también es notable resaltar que eso mismo es una señal de identificación del pueblo de Pedrosa del Príncipe y de los pueblos de alrededor, con un modo de ver la vida desde una mentalidad religiosa unida a una labor socio-caritativa y solidaria. Esta tarea de promoción social que brotaba de las ideas religiosas que representan esas viejas maderas carcomidas, se desarrolla en Pedrosa del Príncipe a través de la "Obra Pía para Huérfanas desde el 1604" descrita en el Nº 32 de la revista Regañón [enlace aquí]. Otra es la ayuda al Hospital para indigentes y transeúntes, desde el 1640, como escribí en el Nº 33 de Regañon; y, por fin, la del mantenimiento de la Escuela Parroquial donde aprendieron a leer y a escribir nuestros tatarabuelos desde el 1642, publicado en el Nº 35 de Regañón, por citar lo más llamativo.
La vida ha cambiado mucho. Los referentes motivadores de las personas de hoy se están desplazando del mundo religioso a otros códigos diferentes. ¿Serán capaces, las nuevas creencias actuales, de engendrar sentidos de la vida que promuevan señales de solidaridad parecidas a las que nuestros antepasados promovían con sus respectivas cofradías e imágenes religiosas de madera, hoy ya carcomidas?
Mucho se puede criticar de las expresiones religiosas de otras épocas, cuando la religión era utilizada por los poderosos como sistema de sumisión. No pretendo reproducir aquellos modos de vida como válidos para nuestro futuro. Sería como querer volver a las cuevas porque la industrialización contamina la atmósfera.. Se trata de valorar lo mejor del pasado, como algo muy importante, actualizándolo en lo esencial.
Contemplar hoy una imagen religiosa, por muy deteriorada que esté, emocionarse ante ella por su valor artístico, es maravilloso; pero ver lo que hay detrás de ella y descubrir el sentido de la vida que tenían las personas que las hicieron hace tantos siglos, es aún más hermoso.
Reconstruir, restaurar, tratar con mimo aquellos viejos trozos de madera, pintados y con carcoma, que abundan todavía en los retablos y sacristías de las iglesias de nuestros pueblos.. es aún más valioso, pues, a la par que se restauran, dejamos a nuestras jóvenes generaciones, industrializadas y tecnológicas, retazos de vida solidaria que pueden ser referentes de un profundo humanismo, capaz de generar un nuevo desarrollo más humanizado.
Mi enhorabuena, mi aprecio, mi total apoyo a todas esas personas: curas de nuestros pueblos, asociaciones culturales, ayuntamientos y sobre todo los habitantes... que con tanto esmero, sinsabores, y todo lo demás, están haciendo posible que el patrimonio artístico religioso de nuestros pueblos, sea más reconocido y valorado en todas sus expresiones; aunque, todavía, queda mucho por hacer.
Para algunos, esas imágenes seguirán siendo viejos trozos de madera, pintados y con carcoma. Para otros serán la exaltación del arte y el recreo estético de los sentidos. Habrá también personas que las verán como vemos hoy los iconos de un ordenador: sólo cuando se abren, se descubre en ellos las informaciones que guardan. Así son también estas viejas imágenes religiosas pues, en ellas se descubren las huellas profundas que inspiraron los grandes pensamientos de nuestros antepasados.
Estoy convencido de que esos viejos trozos de madera podrán generar proyectos donde los Derechos Humanos sigan construyendo las bases de nuestro futuro más solidario.