Escribo esto el día de Reyes, ya lejos de mi pueblo. Anoche pude asistir, una vez más, al entrañable festival que, a despecho de todas las amenazas que sobre él se ciernen (la célebre retahíla resumida en la poco feliz expresión "España vaciada"), año tras año no solo acude puntual a su cita, sino que cada vez parece que con más brío.
Fran y Almudena hacen de panaderos en la noche de reyes, casi tres décadas después |
Edu, en uno de sus míticos monólogos (Noche de Reyes de 2011) |
Ayer nos deleitaron con la feliz idea de recuperar una representación que había tenido lugar tres décadas antes, y los mismos actores y actrices que entonces. Todo un guiño a la continuidad de nuestras tradiciones.
Mariángeles, siempre al quite, en la sombra. |
Yo recuerdo de muy pequeño ver pasearse a los reyes aupados en sus cabalgaduras, flanqueados por pajes con teas ardientes y una suerte de belén viviente, improvisado a la entrada del Teleclub. Aunque, la verdad, ahora mismo no me atrevería a decir si lo viví o lo soñé.
Y lo que se hunde en el tiempo es la tradición de "cantar los reyes" que, al parecer, ejecutaban los pastores para hacerse con un modesto aguinaldo, pero que nosotros hemos conocido ya a cargo de los quintos (en el amplísimo sentido de la palabra) del año en cuestión, también con la esperanza de ser correspondidos a la mañana siguiente con la recompensa suficiente para improvisar una buena merienda en las bodegas.
Y lo que se hunde en el tiempo es la tradición de "cantar los reyes" que, al parecer, ejecutaban los pastores para hacerse con un modesto aguinaldo, pero que nosotros hemos conocido ya a cargo de los quintos (en el amplísimo sentido de la palabra) del año en cuestión, también con la esperanza de ser correspondidos a la mañana siguiente con la recompensa suficiente para improvisar una buena merienda en las bodegas.
Yo formé parte del elenco que berreaba en nuestros tiempos durante varios años. Años en los que la tradición entró en crisis y a punto estuvo de extinguirse, pues primaba la noche de sábado en las discotecas de Melgar sobre aquella procesión de jovenzuelos ateridos de frío desentonando entre los efluvios del alcohol. Ediciones que aún recordamos con frecuencia por lo accidentadas e irreverentes que llegaron a ser. Pero, con todo, y como tanto se nos decía, al menos "que se mantenga la tradición".
Los más peques poco antes de entonar el tradicional villancico (Noche de Reyes de 2012) |
Como en muchas otras cosas en PDP, la tradición no sólo se mantuvo, sino que se mejoró sustancialmente con las generaciones que siguieron, que asumieron su papel con más profesionalidad, decisión y, es posible, amor por su pueblo, ahora que se le ve cada vez más amenazado por la despoblación y el abandono.