Incógnita siempre real,
desconocida entre laberintos
de alegrías y emociones,
suspendida en una espiral
entre buenos y malos pensamientos
entre grandezas y sufrimiento;
escondite de sueños y premoniciones,
versión en desconocimiento,
acumulando sensaciones.
La vida sabe hablar:
escuchando nuestro silencio
sin echar la vista atrás
en el lenguaje del sentimiento
con numerosas piedras
que hacen tropezar
con signos desconocidos
y muros por derribar,
contestando a las adversidades
rodeados del bien y del mal
que no nos queden pesares;
sepamos siempre luchar
mostrándole a la vida aprecio
sabiendo humanamente contestar:
a grandes preguntas o dificultades.
Andrés Rastrilla, poeta de Castilla