
Se encoje la vida
cubierta por una cortina
entre muros y desdichas
sombras y resplandor,
destapando alguna herida
rodeada de frío y calor
entregando alguna bala suicida.
Amparados por el pasado,
que se ha perdido,
diluidos por el presente,
sometidos a ese futuro
cada vez más buscado
con un signo siempre pendiente,
sintiendo cerca el apuro
de ese signo desconocido
con una luz intermitente.
Todos tenemos conexión
al juego del tiempo.
Entre cartas desconocidas,
fichas sin dirección;
jugando desde el nacimiento
entregado a un cine de acción
de llegadas y despedidas
sin encontrar explicación
de cuándo se acaban las partidas.
Cada uno juega sus cartas,
cada quién tira su fichas
entregados a la suerte:
Hoy te caes y ya la espichas
sintiendo te impotente
ante esta cruel desdicha.
Horas, minutos, segundos
transcurren meses y años
escondites de entrada
y desconocida salida.
Hombres somos vagabundos
quizás intrépidos ermitaños
sometidos a una brújula sellada
con dirección desconocida.
Disponiendo de otra de mis novedades
haciendo volar mi imaginación:
hoy muestro nueva declamación
con mi ejemplar toque de distinción
para decir a alguien... ¡Felicidades!
Andrés Rastrilla, poeta de Castilla
30 de diciembre de 2018