A partir de este año nosotros dejamos de organizar la fiesta del verano y empezamos a asistir, siempre que nos fue posible, como simples y alborozados "disfrutadores". Lo que yo puedo aportar a partir de este año, por tanto, se reduce a algún material, como fotografías o programas de mano, y algún recuerdo personal. La idea es que, si alguien está interesado en que se conozcan, pueda compartir sus vivencias, sus recuerdos, sus testimonios gráficos o lo que le parezca bien. Para empezar, sería interesante saber qué motivó un nombre tan ambicioso como Utopía. Y otra cosa que se echa de menos es un testimonio gráfico de la camiseta de esa edición, que creo que incorporó el color por primera vez.
La primera reflexión es que la fiesta no sólo nos sobrevivió, sino que fue creciendo cada vez más, a pesar de todos los malos augurios que, sobre ella en particular y sobre nuestro pueblo y todos los demás, caen cada vez con mayor peso (despoblación, envejecimiento, abandono y otras tantas plagas apocalípticas de semejante cariz). Pero bueno, esa es otra cuestión.
De esa edición yo sólo guardo el programa, que, por sí solo, ya da información muy relevante. Hubo cosas que se mantuvieron, como la denominación del propio programa como "de actos y diversiones", la costumbre de cerrarlo con una poesía de quilates (en esta edición, una de Pedro Salinas, ya homenajeado en el recital poético), la densidad de actos para un solo día, que obligaba a compartimentarlos entre la mañana, el mediodía, la tarde y la noche, las carretillas, la Federico Engels, la peregrinación a un lugar imposible (San Miguel, en esta ocasión), etc. Pero ya se aprecian innovaciones, como la de la reflexión en la portada del programa, tan característica a partir de entonces. La de este año, especialmente brillante: "¡Qué pena tener perro y no tener cadena!", el concurso de postres, etc. Aunque no hubo acto central, sí que se volvió a la representación de teatro. Sin duda, la fiesta había tomado carrerilla...
Gerardo Manrique