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Gonzalo y Mercedes en plena perfomance. |
Este año se hizo un primer ensayo general de cómo transmitir los trastos de la fiesta a la generación siguiente, que ha sido otra de sus señas de identidad hasta el momento, el ir rodando la responsabilidad de su organización de generación en generación. De hecho, la idea del acto central de aquella edición, idea brillante, fue cosa ya del PGB. A Gonzalo, Elena, Marta y alguno más que por allí andaba, se les ocurrió que podría ser muy divertido (y también con cierto interés etnográfico) desempolvar los trajes de novias de las madres o abuelas y encajarlos en los cuerpos de nuestras adolescentes finiseculares. El título, que se justificaba en el "sí" que se dan los novios frente al altar, nos pareció que, de puro simple, cumplía y aumentaba todos los requerimientos surrealistas que hasta entonces se habían respetado: "El día del sí". ¿Qué pensarían de este nombre de la fiesta, por ejemplo, los parroquianos de un bar de la plaza mayor de Osorno cuando se acercaran al cartel divulgador? Diego y Gonzalo tuvieron un intenso trabajo, como presentadores y únicos varones acompañantes de la radiantes novias que salieron a desfilar, acompañadas de sus pequeñas damas de honor. En aquel espectáculo se me ocurre encontrar una remota semilla de otros más cercanos en el tiempo que se han organizado en el mismo lugar, y en el que la música y el vestuario han sido esenciales.
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Yoli con Cristina de dama de honor |
El caso es que aquel año coincidió el viernes con el día de San Roque, en medio del puente de la Virgen de Agosto, con lo que la asistencia al acto fue masiva (dentro de las proporciones de nuestro pequeño pueblo, claro está). Rentabilizamos de nuevo lo más posible el equipo musical de la tecnoverbena para acompañar el desfile con megafonía y banda sonora (música de Ennya y otras parecidas), y la puesta en escena resultó un enorme éxito, que conmovió a abuelas y madres y dejó atónitos a padres, abuelos y eventuales pretendientes.
Contribuyó a esta concurrencia el hecho de aprovechar la salida de misa, pues el acto se celebró junto a la iglesia, aprovechando el antiguo Teleclub para ocultar el equipo musical y como vestuario de donde salían los figurantes. Ese año se hizo un serio intento de oficializar la fiesta (sacralizarla, podríamos decir, dados sus orígenes paganos), integrando en su programa, por primera vez, la Santa Misa. A este menester se aplicó Dionisio, que diseñó un modelo de liturgia en círculo, con canciones, guitarras y una participación un tanto informal, que justificaba el nombre con el que apareció en el programa (Santa Misa Juvenil). Sea como fuere, el movimiento de los bancos dentro del templo vino bien para sacarlos fuera, y la concurrencia de un evento fue a parar de forma natural al del espacio inmediato.
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Otro momento de la actuación, muy celebrada por el público asistente |
Otra de las innovaciones de este año, destinadas a integrar también a sectores renuentes, fue el torneo de mus, que teníamos tanto miedo de gestionar (por suponer una especie de reconocimiento público de un ranking oficial en un juego de rivalidad y presunción ancestrales) que quedó al cargo de su vigilancia Iñaki, un chaval que pasaba unos días en Pedrosa ocasionalmente, mientras los demás escapábamos raudos a poner los carteles en alguna de las tres rutas clásicas de propaganda. Como era de esperar, la tosca rivalidad masculina daba problemas, así que en ediciones posteriores optamos por la brisca, mayoritariamente femenina y mucho más fácil de gestionar.
Por segundo año consecutivo nos sometimos a la tortura de llevar a cabo dos representaciones teatrales en el Teleclub, nada menos que la del clásico de Molière El enfermo imaginario. Tal vez por la saturación de actividades, este año la representación no fue tan esmerada como La comedia de la olla, cosa que nos persuadió a abandonar las bambalinas en ediciones ulteriores.
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Programación de actos del "Día del Sí" |
También se inició aquel año la proclamación igualitaria de Rey y Reina de las fiestas, que se ha mantenido hasta ahora. Por entonces tenía una aire reivindicativo y provocador que en estos días, por suerte, ya ha perdido.
Y no se puede omitir el manifiesto-homenaje leído por Dionisio a las cuatro de la mañana, previa suspensión de la tecnoverbena, frente al domicilio de Fulgencia Vicario. Se jubilaba aquel año de la actividad de su legendario café y para todos nosotros suponía el doloroso desprendimiento de un trozo feliz de nuestra infancia y adolescencia. Y así se lo hicimos saber con aquel emotivo acto, en el que ella salió al balcón a agradecernos haber tenido ese detalle y rogándonos que no despertáramos a sus nietas. Por cierto, la suspensión temporal de la tecnoverbena y el acto de homenaje no fueron muy bien entendidos por algunos foráneos que por azar habían acudido aquella noche a la verbena y a los que resultó fatigoso explicar las profundas razones de todo aquello.
A las 6:00 teníamos programado un acto (Expedición peligrosa a contemplar el nacimiento del día en las cumbres orientales de Pedrosa, sólo para los inagotables). Recuerdo que solo tres personas acudimos, y no hasta sus últimas consecuencias, a semejante reclamo.
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Presentación y poesía del programa de mano |
Gerardo Manrique