Uno de los oficios que se evocan cuando nuestros mayores se ponen nostálgicos, en aquellos tiempos ya muy lejanos en que el pueblo tenía toda clase de servicios, es el de "barbero". Siempre me ha llamado la atención que se diera en el nombre mayor relevancia a la barba que al pelo, seguramente porque el arte de barbear tuviera alguna mayor complejidad o riesgo que el corte de pelo (¡quién lo diría, hoy que todo el mundo se afeita en su casa!). Y también me resultaba sorprendente el hecho de que hubiera un profesional para el aseo masculino, y no lo hubiera (o, al menos, no ha dejado tanta memoria) para el femenino.
Pues resulta que en la tercera década del siglo XXI hay en Pedrosa un servicio de peluquería para señoras. Tiene su asiento en la vivienda aneja al antiguo ayuntamiento y atiende a demanda, si bien en algunos días determinados del mes. La peluquera se llama Esther, y es atenta y simpática y, hasta donde yo llego, que no es mucho, con pericia profesional. Un día, volviendo de un paseo, me encontré con este anuncio en la ventana del local que se ha habilitado a ese efecto, y me llamó la atención más que lo hubiera hecho un rutilante neón.
Por cierto, una de las barras de la ventana no deja ver completo el número, por si alguien quiere pedir vez: 678667497.
