viernes, 1 de octubre de 2021

Breve diccionario de pedrosanismos

Proceso de construcción de una choranca con dos tiros

Choranca. El rey de los pedrosanismos, el de isoglosa más estrecha. Cuesta encontrar la palabra a más de veinte kilómetros de PDP, asediada por los términos gloria o estufa, a pesar de que no se ajustan con precisión como sinónimos al término.

Dejar la puerta en plon. ¡Cuántas veces habremos oído este reproche en casa, de niños! Su potencia acústica se lleva por delante a su competidora abierta, que no tiene nada que hacer si lo que se quiere es dar énfasis y carácter admonitorio a la expresión.

La palabra desnudo, en PDP, sonaba un pelín cursi. El término racial era corito, que evoca el estar en cueros, es decir, mostrar la piel. Eso sí, fuera de Pedrosa la palabra podría provocar un profundo gesto de extrañeza. 

Para designar un fuerte desnivel, sobre todo en un camino con riesgo de entornar al subir o bajar por él, el término de uso no era inclinadodesnivelado o cualquier otra palabra de poca enjundia. Nuestro término, imbatible en esa función, era (y sigue siendo) pindio

El pedrosanismo suele ser mucho más racial que sus competidores estadarizados en castellano. Una prueba la tenemos en herrada, mucho más consistente que caldero o cubo, evocando la calidad férrea de los primeros ejemplares.

Si herrada evoca a la materia, en rodea prima la función. Pañobayeta o, incluso, trapo, palidecen ante la potencia visual del gesto de rodear y la fuerza de la erre incial.

Arambol, a diferencia de otros pedrosanismos, no apela a un modismo racial, sino que, más bien, puede tratarse del más fino y elegante. Sin ponernos a elucubrar sobre su etimología, tiene un indiscutible aroma árabe, que le presta exotismo y refinamiento. Poco tienen que hacer en su contra balaustradapasamanos u otros tales. 

Abulto. Aunque su etimología es cristalina, aquel que no discrimina en los detalles, que sólo se fija en el bulto, por estos pagos cobraba un fuerte sentido peyorativo. Resumir la personalidad de alguien diciendo que "es un abulto", descalificaba de manera absoluta y contundente a la persona referida.

Parmo. La pérdida o síncopa (si nos ponemos técnicos) de la vocal átona interna es un fenómeno propio del lenguaje coloquial operativo ya desde el latín vulgar, que de oculum nos vino a dar ojo, por poner un fácil ejemplo. En este caso la descuidada pronunciación vulgar se traga la vocal a átona. Lo que hace a esta palabra muy interesante es que se trata de un término perromano, con tanta fuerza que sobrevivió a sus competidores latinos y se integró en su lengua (in parami aequore..., "en el mar del páramo" reza una poética lápida encontrada en tierras de León). Desde luego, más vale conservarlo reducido que haberlo perdido.

Seguro que las palabras niño o chico les parecieron a nuestros antepasados muy poco expresivas. Así que deformaron la segunda en el término chiguito, que triunfó para designar colectivamente a la pequeña chavalada. Es un término que parece que exime de toda responsabilidad a los que tiene la fortuna de ser designados con él.

¡Y qué se o! En realidad a esta locución sólo le falta la y griega, pero su ausencia es tan rotunda... Era muy común en las ancianas de antaño, que se refugiaban en ella para exclamar su incredulidad.

Hay que reconocer que la palabra gigantea es bastante menos glamurosa que girasol, con esa semántica tan visual. Pero para un niño de PDP de hace unas décadas, correr las giganteas era una de las experiencias más excitantes del verano. Y no por el sabor de las pipas, sino por el eventual y temible acecho del amo. 

Aunque el diccionario de la RAE lo contemple como séptima acepción, no es muy frecuente oír por ahí la palabra chupón como sinónimo de chimenea. En realidad, la RAE diferencia el significado de ambos términos, pues designa al chupón como "el cañón de la chimenea".

El mismo diccionario de la RAE, con mucha precisión, hace coloño sinónimo de cesto para la provincia de Burgos. Porque, a continuación, da un significado diferente para su uso en Cantabria. Desde luego, en PDP, tenemos muy claro lo que es un coloño de ropa, o en el que se vertían los racimos de uva en la vendimia. El problema, como con otros muchos términos, es que la palabra está encadenada al objeto, y este está en franca decadencia.

Otro término muy de PDP y con una más que notable presencia en nuestra infancia es el de moledero, con el significado de "vertedero". Nuestro pedrosanismo es muy poderoso, pues evoca un lugar donde se deposita, para entendernos, "lo ya molido". Muchas horas pasamos de niños en los antiguos molederos de Pedrosa (particularmente en el de Las Pontoncillas) rebuscando con ahínco los chapas (los tapones de los botellines) que arrojaban allí los bares.  

Uno de los grandes desafíos filológicos que nos encontramos en PDP es la palabra lus, utilizada para designar las comidas institucionales, generalmente promovidas por el ayuntamiento, a las que también se les da el nombre de "vino español". Si, como todo parece indicar, procede del inglés "lunch" (almuerzo, comida), cuesta adivinar el camino que siguió hasta parar en ese término tan característico de nuestro léxico y tan especializado para fiestas y celebraciones. Un anglicismo castizo que nos da todo un toque de glamour.

Gerardo Manrique