Para la segunda expedición al Aro promovida por la ACDG disfrutamos de un espléndido día de invierno. Un buen número de intrépidos caminantes nos aventuramos a asaltar nuestra icónica cumbre, a rendir tributo a los años de Bramúsica, donde hace unas tres décadas levantamos el palo de la cucaña.
El Aro, por lo general solo y triste, azotado por todos los vientos, nos recibió con humilde alborozo, o así lo creímos percibir.
Los expedicionarios, a punto de salir
Un reguero de caminantes asciende las faldas del monte
La expedición fue de lo más variopinta
¡Objetivo cumplido!
Texto y fotos: Gerardo Manrique.