jueves, 25 de julio de 2019

El chupón de la choranca


Cartel anunciador del evento musical que nunca tuvo lugar
Hubo una época de meriendas bodegueras que tenían casi siempre como corolario una interminable sarta de canciones. En ellas destacaba la voz tonante y armónica de Felipe, imbatible cuando se entregaba a una canción, y el acompañamiento vocal, y también a la guitarra o el acordeón, de Mónica, siempre presta a cantar y hacer cantar. Alguna vez aparecía también por allí Chisum guitarra en ristre, con la misma intensidad que prestaba a cualquier otra empresa. Los demás, dependiendo de las aptitudes musicales de cada cual, poníamos de nuestra cuenta un alboroto de fondo más o menos afinado. 

En alguna de esas andábamos cuando un día propusimos bajar el espectáculo de las bodegas al casco urbano, y ofrecer algo parecido a un concierto, previamente ensayado. Es bien sabido el entusiasmo con el que se reciben estas iniciativas etílicas, proporcional a la rapidez con la que se disipan. 

Pero esta idea del concierto llegó un poco más lejos, pues le dimos nombre al grupo (El chupón de la choranca) y una línea musical definida (rock-folk-étnico). Hasta llegamos a confeccionar un cartel anunciador de su primera actuación, aunque no muy comprometedor, pues no emplazaba a fecha o lugar alguno y que, además, comenzaba con un más que cauteloso "tal vez". Como era de suponer, ese concierto, como el propio grupo, se quedó en el inmenso país de los proyectos incumplidos, aunque de todo ello resistió como heraldo el cartel del frustrado evento. 

Y me parece muy emocionante evocar con una prueba tangible algo que no sucedió, y que, sin embargo, creo que debe figurar entre los grandes y pequeños acontecimientos que han tenido lugar en nuestro pueblo. 

Iohannes Neoptolemus