que me inunda en este día,
pues siento estas letras presas,
porque sigues en la morada
clavada en mi pensamiento
solapando mi poesía.
Madre eras tú:
aquella mujer grande
de tierna actitud,
la que poseía esa inquietud
y el sacrificio en la sangre,
la que poseía esa luz
de estrella brillante.
Madre en el cielo;
mi peor pensamiento,
ya tu no estas
y tengo miedo,
cada vez más abatimiento.
Madre sólo hay una:
poderosa y amable princesa
¡viva la más pura!
que aunque estés en el cielo,
que aunque estés en el cielo,
serás una llama que embelesa.
Andrés Rastrilla, poeta de Castilla
15 de de mayo de 2017
15 de de mayo de 2017